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Prisiones dispersa en 34 cárceles a los 114 terroristas de Al Qaida detenidos en España

Todos comen en sus celdas un menú de prescripción musulmana; leen o rezan; y pueden salir al patio un par de horas, solos o con otro preso no islamista

MADRID. La Dirección General de Instituciones Penitenciarias ha aplicado a los presos islamistas la política de dispersión anunciada el pasado mes de octubre a raíz de la «operación Nova», por lo que ya han sido repartidos en cárceles de toda España y sometidos a régimen de aislamiento. De los 114 miembros de Al Qaida que actualmente se encuentran en prisión, 44 están ingresados en cinco centros penitenciarios madrileños (Meco I y II, Valdemoro, Soto y Aranjuez), mientras que el resto han sido distribuidos en otras 30 de las 66 cárceles gestionadas por Prisiones -todas, menos las de Cataluña-. En Madrid no hay presos islamistas ni en la cárcel de mujeres ni en Victoria Kent, donde cumplen condena sólo los reos que han alcanzado el tercer grado.

Desde el 25 de octubre, cuando se puso en marcha este plan de forma generalizada -tras la desarticulación de una célula islamista que pretendía volar la Audiencia Nacional-, los traslados han afectado a 48 terroristas fundamentalistas, según fuentes de Instituciones Penitenciarias consultadas por ABC.

Todos los relacionados directamente con los atentados del 11-M están internados en centros que no pertenecen a la Comunidad de Madrid para evitar incidentes, excepto el antiguo confidente de la Guardia Civil Rafa Zouhier, ingresado en Aranjuez, y el ex minero José Emilio Suárez Trashorras, que se encuentra en Alcalá Meco y que era también confidente de la Policía.

Con otro interno, por salud

Atendiendo a la peligrosidad de los 114 reos y el hecho de que están acusados de un delito de pertenencia a banda armada, todos se encuentran en régimen restringido (se les ha aplicado el artículo 75 del reglamento penitenciario), excepto Trashorras, que comparte celda con otro interno por recomendación judicial. El implicado en la trama asturiana de explosivos se encuentra en tratamiento psiquiátrico con medicación, un protocolo que ya seguía antes de entrar en la cárcel. De hecho a este individuo se le jubiló de la mina «Conchita» porque sufría esquizofrenia paranoide. Zouhier también tiene ahora un preso de apoyo, ya que supuestamente intentó quitarse la vida.

El centenar de reos afectados por estas medidas son miembros de Al Qaida y casi todos pertenecen al Grupo Islamista Argelino (GIA), a la célula «Mártires por Marruecos» o al «Grupo Islámico Combatiente Marroquí». El régimen penitenciario que se les ha aplicado supone que pasan la mayor parte del tiempo solos en sus celdas de aislamiento. Pueden salir al patio un par de horas al día y algunos de ellos deben hacerlo también a solas. En otros casos comparten ese tiempo de ocio con uno o dos internos más del módulo en el que se encuentren, pero no islamistas.

La celda es el lugar en el que comen -el menú de prescripción musulmana es habitual- y desarrollan la escasa actividad que les está permitida. La mayoría consume las horas leyendo, algunos dedican buena parte del día a rezar -no todos- y casi ninguno tiene aparato de televisión, según explican funcionarios de Prisiones.

Su vida social se limita a esas horas de patio y a las visitas de abogados y en algunos casos de familiares (sólo aquellos que cuentan con parientes en España).

En teoría, el ex minero José Emilio Suárez Trashorras disfruta de un régimen más flexible, por lo que podría acceder al comedor, pero en la práctica no lo hace, ya que además de cumplir en un módulo de aislamiento cuenta con protección. Prisiones teme que pueda ser agredido por otros internos, basándose en la gravedad de los hechos que se le imputan y en la relevancia pública que ha adquirido, sobre todo a raíz de sus comparecencias judiciales.

En una de las últimas, durante un careo al que fue sometido por el juez Juan del Olmo con Rafa Zouhier, ambos estuvieron a punto de llegar a las manos. El magistrado tuvo que suspender la comparecencia precipitadamente. Trashorras y Zouhier se insultaron y amenazaron, y el ex minero intentó agredir al antiguo confidente de la Guardia Civil.

El informe de incidentes

El plan especial de Instituciones Penitenciarias para lograr un mayor control de las actividades de los presos islamistas radicales ha dado buenos resultados en los dos meses de aplicación. Según las fuentes consultadas, los incidentes protagonizados por estos internos prácticamente han desaparecido de las cárceles. No obstante, aún está pendiente la evaluación de resultados del informe encargado por la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, sobre todos los altercados en los que se hayan visto involucrados los presos islamistas radicales en las cárceles españolas.

Previamente se había realizado un análisis de los problemas acaecidos en los dos últimos años en la prisión de Topas -con varios conflictos, incluido un conato de motín el 28 de mayo de 2002-, en A Lama y León, y se habían comparado con otros centros en los que había pocos presos extranjeros, como Huelva o Granada. La política de dispersión puesta en marcha por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias también había comenzado antes de la «operación Nova», pero no se había generalizado. Hasta entonces (finales de octubre) 49 de los 59 islamistas detenidos ya habían sido sometidos a esta estrategia.

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