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Primarias PP

Génova 13, Rue del Percebe: el líder no está en la séptima

Habrá mudanza seguro en la planta noble de Génova tras quedar apeada Cospedal

Gran expectación de los medios de comunicación en la sede del Partido Popular en la calle Génova, en Madrid EP | Vídeo: Sáenz de Santamaría y Pablo Casado lucharán por liderar el PP ATLAS

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Génova 13 fue ayer la Rue del Percebe, todos manos a la obra para reconstruir la que ha sido la gran casa del centro-derecha español , pero por separado. Los populares vivieron su noche electoral más íntima, la que decidía al nuevo líder, el que ocupará el trono dejado por Mariano Rajoy. El primer partido de España se jugaba su destino en una votación en la que estaban llamados a participar 66.706 militantes. Votó un 87 por ciento . La formación celebró el éxito de una convocatoria inédita: «Es un número importante, ha sido una cosa rápida, estamos en el mes de julio», se consoló Luis de Grandes, presidente de la comisión organizadora del congreso extraordinario, que corregirá o no este resultado los próximos 20 y 21 de julio.

Hubo 58.219 votos válidos y el reparto quedó así: Soraya Sáenz de Santamaría (21.512), Pablo Casado (19.967) y María Dolores de Cospedal (15.090), según los datos provisionales anunciados por De Grandes al filo de las once y media de la noche. Génova reconoció que no debe «sugerir» ni forzar una candidatura única , pero el temor a que el partido se resquebraje en un congreso abierto entre Santamaría y Casado es total. «Hoy ha ganado el PP. El partido desea unidad e integración», proclamó la vencedora en las urnas.

Pero el candidato más joven rechazó esa oferta, demostrando que va con fuerzas para pelear hasta el final. Casado llamó a Cospedal y al resto a sumar con él frente a Santamaría . «En esta candidatura cabe todo el mundo», aseguró. El hasta hoy portavoz del PP defendió la «doble vuelta democrática» y negó que se pervierta el voto del militante si hay vuelco de fuerzas en el congreso por los compromisarios. «Los dos tenemos un resultado muy igualado», dijo sobre Santamaría.

La expectación se centró en la sede nacional del PP. Hubo mayoría absoluta de periodistas: 176 se acreditaron para cubrir la jornada popular . Pero ni mucho menos fue aquello el hervidero que acostumbra a formarse en Ferraz cada vez que los socialistas eligen a su líder. Entre los trabajadores de la casa reinaba sensación de orfandad ante la certeza de que, a cambio de líder habrá despedidas. Una grúa asomaba por el tejado de la sede, donde la gran bandera nacional que cuelga desde el golpe separatista en Cataluña acumula cierto polvo. Urge un lavado.

Rajoy suele ir al despacho

Habrá mudanza seguro en la séptima planta de Génova. Mariano Rajoy, que estos días pasados ha acudido de forma asidua para abrir cartas y contestar llamadas, según sus colaboradores, ya no será el presidente. Tampoco María Dolores de Cospedal, que ocupaba el otro gran despacho de la planta noble y deberá ahora despejarlo para dar paso a sus nuevos inquilinos. La secretaria general quedó apeada de la carrera en la primera vuelta contra pronóstico . El control del aparato y su discurso de «escudo» del PP no le fue suficiente. Las bases eligieron cambio. Soraya Sáenz de Santamaría o Pablo Casado ascenderán a los cielos de Génova.

Cinco de los seis precandidatos vivieron la jornada electoral en el mismo edificio , divididos en distintos pisos. El más temprano en llegar fue Pablo Casado, que se refugió en su despacho de vicesecretario de Comunicación, en el quinto. Allí convivió con José Manuel García-Margallo, al que se le abrió un despacho para esta carrera. Fue el encargado de celebrar aquello de «la gran fiesta de la democracia». Margallo no coincidió con su «archienemiga», Santamaría, a la que se le abrió también un despacho en la tercera planta.

La exvicepresidenta del Gobierno y todopoderosa mujer de La Moncloa fue la última en llegar ayer a la sede del PP , pero se proclamó victoriosa desde la tercera planta de Génova. El primero a quien llamó fue a Rajoy.

José Ramón García-Hernández salió a pedir «generosidad» para integrar a todos , estuvo en la cuarta, donde tiene su rincón fijo como responsable de área de Internacional. Al otro candidato, Elio Cabanes, se le puso despacho en la tercera, pero se quedó en Valencia.

En la primera planta ya no estaba Cristina Cifuentes y el balcón esquinado de su despacho no se abrió anoche. Pío García-Escudero lo ocupó después de llegar del Senado, donde se votó en falso a los consejeros de RTVE. A las 21 horas, el alcalde de Boadilla del Monte y secretario de organización del PP de Madrid, Antonio González-Terol, corría como una flecha por las escaleras de la sede: «En Madrid arrasa Pablo, a lo bestia», celebró sin ocultar su querencia. Otros jóvenes escuderos de Casado, los diputados nacionales Teo García y Guillermo Mariscal bajaron con los periodistas a compartir sus datos halagüeños. Casado golpeó primero pero al final hubo vuelco y ganó Santamaría .

Durante la tarde los nervios se hicieron eco de las protestas de algunos interventores, pero sin fuste. «En todo proceso electoral siempre hay algunas dificultades», reconoció el coordinador general al entrar. Fernando Martínez- Maillo , que llegó de votar en su sede de Zamora, ha sido el guardián del corral este mes de lucha intestina. Por la neutralidad está velando el COC (comité organizador del congreso), que revisará las denuncias formalizadas.

Forcejeo de los más jóvenes

En la planta baja se quedaron los más jóvenes, los de Nuevas Generaciones, confinados en la cafetería de la planta baja para que votasen. Los «cachorros» del PP protagonizaron u propia disputa de corral. Seguidores de Pablo Casado y de María Dolores de Cospedal forcejearon verbalmente en la puerta principal , denunciando que se les impide votar. La portería dio juego para llenar las horas de televisión en directo. Nulo ambiente festivo en la calle, nada que ver con los gritos de los fieles a Sánchez. Pero algo no cambió: el PP ganó las elecciones...

Rajoy se quedó en Pontevedra, de vacaciones . No participó en la votación «para no privilegiar» a ninguno de los que han sido sus «leales colaboradores». Paseo matutino y comida con su mujer, Elvira Fernández, y su amiga Carmen Martínez de Castro, exsecretaria de Estado de Comunicación. Y a seguir el escrutinio por televisión.

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