Donde digo primarias, no hago primarias

Navarro es secretario de los socialistas catalanes. Este verano, cuando los suyos le pedían que se pusiera en marcha con las primarias por si sobrevenía adelanto electoral, él calmó a las masas: «habrá primarias, abiertas, participativas y libres, estad tranquilos». (Anunció ni más ni menos que primarias abiertas, lo que hubiera sido la aplicación por primera vez del sistema aprobado en el 38 congreso federal del PSOE). Y las primarias sobrevinieron. Al final Mas anticipó la fecha de los comicios como todo el mundo sabía, y el resultado es que a Navarro no le ha dado tiempo a hacer primarias. Solo a juntar a los de su partido un domingo por la mañana y luego irse a comer con la candidatura en el bolsillo.

Al menos Navarro tuvo ayer contrincante, que fracasó: la ex consejera Montserrat Tura. No puede decirse lo mismo de todos, empezando por Alfredo Pérez Rubalcaba, que en 2011 acabó siendo aspirante a La Moncloa después de aquella sospechosa espantada de una Carme Chacón retirándose llorosa de la competición porque no quería «hacer daño a su partido». Con todo, a eso también lo llamaron «primarias», y por poco el PSOE gallego no le pone la misma etiqueta a la designación de Pachi Vázquez como candidato a la Xunta, que se produjo sin que mediara siquiera votación.

Vázquez es otro al que ha servido de excusa el adelanto electoral. Como a Navarro, las bases le venían pidiendo que organizara las primarias desde el verano . Pero no. Fijada la fecha del 21 de octubre por Alberto Núñez Feijoo, no dudó en quitarse de en medio las primarias (le habían salido al menos dos adversarios) y se encerró a solas con su Comité Nacional para que se cumpliera el guión: antes de que terminara el discurso de presentación de su programa, la presidenta de la reunión alzó la voz y pidió la ratificación del hablante por la vía de la aclamación. Y así fue.

Paradojas de la política, muy poco después, el 12 de septiembre, Pachi Vázquez se iría a Estrasburgo con sus enseñanzas de pluralismo y transparencia extrema condensadas en la frase: «la diferencia entre la democracia y la dedocracia es que una lleva más tiempo que la otra» .

Volviendo a Cataluña, se hace inevitable recordar a Chacón en los días previos al 38 congreso (y en el propio cónclave), avisando con gravedad al socialismo de aquello de «si decimos primarias, hacemos primarias».

La catalana ya había notado entonces que en la calle no se entiende que un partido que se atribuye haber dado «con la herramienta fundamental del funcionamiento democrático» (que sean las bases las que eligen a los candidatos), acabe usando el mecanismo que tanto critica al PP: primero sacudirse a los rivales y luego reunir a un comité para que se cumpla a toda costa el guión del aparato , o sea, que salga el candidato que toca. Y mejor si es a la búlgara.