Policías en territorio hostil

Están entre las instituciones más valoradas por los españoles, pero la Policía y la Guardia Civil también trabajan en territorio hostil

Nono Rico

Con ETA en activo, el País Vasco y Navarra eran los destinos más delicados, donde la vida estaba siempre en peligro y el aislamiento social era angustioso. Hoy solo permanece lo segundo, algo más atenuado. Cataluña ha tomado el relevo respecto al ... odio que suscitan desde que el fanatismo secesionista comenzó a adueñarse del territorio, pero en el Campo de Gibraltar el narco quiere imponer su ley y las Fuerzas de Seguridad son su peor enemigo.

Campo de Gibraltar

«Los narcos tienen nuestras fotos guardadas en sus móviles»

Los narcos del Campo de Gibraltar guardan sus trofeos en el móvil. Y esos trofeos son fotos de los coches particulares de los agentes, de sus casas, de sus caras. La mayoría de policías que patrullan en La Línea de la Concepción (Cádiz) no viven allí y los que lo hacen están de alquiler en pisos de trabajo que comparten a veces con compañeros, y que cambian con frecuencia. Pisos francos, pero de los buenos, no de los malos . A sus familias las sacan del radar . «Voy a matar a tus niños, me voy a cargar a tu mujer», son frases que tienen que tragarse. «En la calle no estamos protegidos ni por los políticos ni por nuestros jefes». Habla un agente linense, con una década de experiencia en los radiopatrullas.

Ha perdido la cuenta de las veces que se ha visto envuelto en episodios complicados. «En un servicio rutinario descubres que están trapicheando, vas a por el coche y de pronto te cercan y te embisten. Hemos llegado a temer por nuestras vidas». Los disturbios que han arrasado algunas zonas de la ciudad esta semana no son nuevos, pero han vuelto a poner el foco en una zona que fue comparada con el Nápoles de la Cosa Nostra por una juez de Algeciras hace justo tres años. Entonces unos traficantes que estaban de comunión atacaron a ocho guardias civiles del GAR, fuera de servicio. Luego llegó el Plan para el Campo de Gibraltar y cierta paz social a base de talonario y uniformes desplazados desde muchos puntos de España. Ahora, incluso el subdelegado del Gobierno en Cádiz asegura que hay que restablecer el principio de autoridad.

«Saben cuándo sacamos los coches, dónde los tenemos, si vamos a montar un dispositivo. Los compañeros han llegado a interceptar conversaciones que no les ha dado tiempo a borrar en las que hablan de que va a venir a La Línea un grupo Bronce (UPR de Madrid) y tienen hasta las matrículas», explica otro agente. Ninguno quiere dar su nombre, ni siquiera iniciales. « Nos conocen y no nos tienen miedo. Cuelgan nuestras fotos en redes sociales ».

Ese ambiente asfixiante, concentrado en tres barrios -la Atunara, los Junquillos y San Bernardo- provoca una enorme movilidad. «Los mandos están seis meses y si pueden se van y los miembros de los grupos de investigación, lo mismo», dice el veterano.

«Los narcos venden que somos el enemigo y ellos, una familia. Y todos quieren ser traficantes. Detienes a un chaval de 18 años con 3.000 euros en el bolsillo y te dice como me pasó hace poco: ‘Lo que tú ganas en un mes, lo gano yo en un día, campeón. Y tengo medio millón escondido’. Pero el Campo de Gibraltar no es Cataluña ni lo que fue el País Vasco . «La gente normal nos tiene aprecio, aunque la mayoría admite esa forma de vida. Hay una aceptación social que consiente el contrabando y el narcotráfico», reflexiona un guardia civil.

«Lo único que respetan son 20 furgones en fila , a ellos les interesa que salte la chispa, así exhiben su poder. La presión no les deja trabajar», añade. El plan especial para el Campo de Gibraltar ha supuesto un ir y venir de agentes de ambos Cuerpos, especializados en seguridad ciudadana.

«Nosotros no tenemos ningún vínculo. Entramos, trabajamos y nos vamos». Lo cuenta un policía de la UPR que en tres años ha estado diez veces en la zona. Son comisiones de servicio de quince días que cubren Algeciras y La Línea. «Socialmente quienes nos acosan representan un porcentaje minoritario pero criminalmente son muy activos», sostiene un mando que también pide anonimato, y añade: «El trabajo operativo es duro y hay mucho; está lejos de todo y no es barato».

Pese a las imágenes de agentes cercados por decenas de vecinos estos días, hay unanimidad en que la situación de impunidad que reinaba ya no es tal. «Al menos ahora tienen que buscarse la vida, pero tienen tantos medios y tanto apoyo que cuesta mucho», reflexiona el policía para el que el Campo de Gibraltar es ya su segundo destino a base de desplazarse allí. «Aspiran a ser narcos y eso es lo más descorazonador. Están orgullosos. En la entrada de la vivienda de uno de los Castañas, el niño tenía para jugar una narcolancha, un muñeco de policía y otro de guardia civil. Cambia tú eso».

Cataluña

«Todo el que puede se marcha de aquí; sentimos el odio»

Sentir el odio en la piel, día a día, sin posibilidad de hacer nada para revertir la situación porque el discurso político dominante, casi xenófobo, es expandido no ya por muchos medios de comunicación, sino incluso en los colegios... Así viven muchos de los aproximadamente 4.500 policías nacionales y guardias civiles destinados en Cataluña -también sus familias- desde que el independentismo catalán decidió echarse al monte y fabricar un discurso falso y peligroso sobre la actuación de las Fuerzas de Seguridad desde el 1-O. «Todo el que puede se marcha de aquí; solo se quedan los que tienen arraigo», dicen los policías y guardias civiles consultados por ABC, algunos con hasta 30 años de servicio en la comunidad. «Pero esto no viene de 2017 (año del referéndum ilegal); se veía venir hace mucho tiempo.

Las experiencias que tienen que vivir estos agentes parecen irreales: «Un día, mi hijo de 6 años me vio de uniforme en el pasillo de casa y se escondió porque le daba miedo. En el colegio le decían que ‘tu papá pega a los abuelos’, y las profesoras alimentaban ese discurso de odio... Estuvo en tratamiento psicológico porque no entendía nada. A veces me preguntaba, ‘¿Cataluña es otro país’?», relata un guardia civil que lleva 14 años destinado en un puesto costero de Gerona, «no de los peores», aclara. No obstante, lo tiene claro: « Este año, si es posible, me voy, espero que a Zaragoza ... Si no lo consigo esta vez, el que viene, pero mis hijos crecen y quiero sacarles de esto». Otra razón lo explica: «Mi mujer trabajaba en un hotel, y cuando el despliegue del referéndum ilegal pedí a los dueños que alojaran a los compañeros de los GRS... No solo se negaron, sino que cuatro meses después la echaron sin motivo». Al no hablar catalán, solo accede a trabajos esporádicos.

Es obvio que todos somos vulnerables por nuestras familias, y los agentes las tienen y las llevan con ellos. La integración es muy complicada, las parejas solo hablan en castellano y no hay empleo para ellas , y los hijos, si vienen ya en edad escolar, les pasa lo mismo en los centros educativos.

«Crean un odio colectivo y encima se amparan en la libertad de expresión», explica un policía, este nacido en Barcelona. La viñeta ‘humorística’ que ilustra estas líneas, aparecida en el diario ‘La mañana’, de Lérida, es buena muestra de ello. Tampoco son raras las referencias a las ‘fuerzas de ocupación’ . «Los compañeros de las UIP del resto de España van y vienen, pero los que nos quedamos tenemos que convivir con el odio», añade. El episodio de las vacunas solo se explica en esta clave.

Lo mejor es siempre pasar inadvertido , que el vecino no sepa en qué trabajan . «Ocultamos que somos policías; antes los grupos sociales eran más amplios, pero en esta etapa, en cuando saben a qué te dedicas se acabó. Sobre todo, en Barcelona, Gerona y Lérida, que son las provincias más tensionadas, y con mayor intensidad en las localidades pequeñas que en las ciudades, donde es más fácil ser anónimo. Cada vez se hacen más guetos».

En estas condiciones las plantillas de la Policía y la Guardia Civil son muy inestables. Hay un dato demoledor: en torno a 1.400 agentes de los dos Cuerpos, 900 solo de la Policía, han pedido el traslado. El año pasado, solo de este último Cuerpo fueron 800 los que lo solicitaron. «Los únicos que no lo piden son los veteranos, que ya tienen su vida hecha aquí. Pero cada mes se jubilan en torno a 100, porque van cumpliendo la edad», explica un policía.

«En mi cuartel -está situado en la costa de Gerona, y no es de los más conflictivos- éramos 36 compañeros y quedamos 16, así que solo llegamos a lo imprescindible, y con dificultades». En otros lugares la situación es peor, y por ejemplo en el de Portbou hicieron pintadas contra la Guardia Civil «porque sabían que no se podía mantener la seguridad exterior las 24 horas del día». «El problema más grave -coinciden policías y guardias civiles- es que el Estado está desapareciendo de Cataluña».

País Vasco / Navarra

«No nos matan, pero sí nos señalan; mejor vivir fuera»

«Ya no nos matan, pero nos señalan y cada día notamos la hostilidad que despertamos», explican a ABC policías y guardias civiles destinados en el País Vasco y Navarra. Por supuesto, estos últimos lo pasan peor, porque la mayoría vive en casas cuartel o dependencias oficiales de esas Comunidades. Basta recordar lo sucedido en Alsasua . Sin embargo, la mayoría de los policías viven fuera de esas comunidades, por ejemplo en Cantabria en el caso de los destinados en Vizcaya, o en Burgos los de Álava. «Es lo mejor, así no tengo que estar pendiente de quién vive en el piso de arriba, si te sabotean el coche o si aislan socialmente a tu hijo», dice un policía de una brigada de Información.

«Es entre los jóvenes donde hay más odio, más rechazo hacia nosotros, y eso tiene mucho que ver con el blanqueamiento de ETA. Además, esos chicos han roto con las generaciones anteriores, son mucho más radicales». La normalidad, pues, está aún muy lejos.

Al contrario que en Cataluña, en el País Vasco y Navarra sí se cobra un plus de peligrosidad que se implantó en los años de sangre, «y sería peligroso que lo quitasen porque comenzaría un éxodo como el que se vive en Cataluña», explican agentes de los dos cuerpos. «El Estado tiene que estar presente en estos territorios, es muy importante para la sociedad. No se trata solo de conocer el paisaje, también hay que conocer al paisanaje para poder ser eficaces», remachan.

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