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El poder vigorizante

Ayer, que a los independentistas les tocaba demostrar la democracia que tanto exigen, su raíz totalitaria quedó en evidencia

Los Mossos d´Esquadra, este sábado en Barcelona, durante una manifestación independentista EFE
Salvador Sostres

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Ni una sola vez los independentistas han sido molestados en sus manifestaciones y el 1 de octubre del año pasado el Gobierno hasta les mandó generosamente a la Policía para que les dieran unos azotes tontorrones y poder culminar así el círculo dorado de su victimismo. Y ayer que les tocaba demostrar la democracia que tanto exigen, su raíz totalitaria quedó en evidencia.

Esta intimidación, esta violentación del que piensa distinto es exactamente la que se produjo cuando los días 6 y 7 de septiembre los independentistas asaltaron el Parlament para aprobar leyes contrarias al ordenamiento constitucional, la que el día 20 de aquel mismo mes se manifestó ante la sede de la Consejería de Economía para tomar de rehenes a los guardias civiles que la registraban y, por supuesto, la que implícitamente existió el día 27 de octubre, cuando fue declarada la independencia apelando a una mayoría social que no existe.

Pero pesar de que cada desorden tiene que ser castigado, y cada agitador depurado, lo significativo de ayer fue más folclore sobre el folclore acumulado de esos vergonzosos soldaditos de pacotilla, los mismos que hace un año dijeron que harían un referendo para aplicarlo y tras el lío que organizaron lo que se dejaron aplicar fue el artículo 155, con la indignidad añadida de hacerse los cómplices de la administración intervenida por no renunciar a su sueldo.

Héroes de saldo y esquina , sólo tres tuvieron la hombría de dimitir. La pantomima de ayer en Vía Layetana se refleja en el cinismo de aquellos días. Circo de tigres desdentados, se les está corriendo el maquillaje a los payasos. Toma cuerpo la batasunización light de Cataluña, entre los aspavientos de los farsantes y las lucecitas de la rotonda siempre encendidas, para que todo el mundo pueda ver el precio cada día más bajo al que se vende l’amour fou independentista.

Folclore en los días festivos mientras entre semana Elsa Artadi y Pere Aragonès compiten por ser el felpudo más mullido de Pedro Sánchez. Que los Mossos les repartieran ayer lo suyo a los CDR fue síntoma inequívoco de que poco a poco la Generalitat regresa a la realidad.

El valor pedagógico de las cargas policiales del 1 de octubre se entiende mucho mejor entre Lledoners y Waterloo, pasando por las entradas para la final de la Copa del Rey que el ultra independentista Víctor Cullell, nada menos que el secretario del Govern, le pidió de escondidas a Roberto Bermúdez de Castro, mientras en público le insultaba por ser el responsable de la aplicación del artículo 155. Tanto diálogo y tanto talante cuando todo el mundo sabe que no hay nada para la circulación como el poder vigorizante de un buen porrazo.

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