Los piratas aumentan la presión al asegurar que los tres tripulantes permanecen en tierra
Los piratas somalíes que mantienen secuestrada a la tripulación de «Alakrana» aseguraron ayer que tres de sus marineros siguen en tierra y nunca han vuelto con sus compañeros a bordo del atunero, según informó Reuters. No obstante, el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos desmintió ... esta versión, con la que los piratas pretenden meter mayor presión para obtener ventajas en la negociación. Moratinos aseguró que los tripulantes están «cansados y angustiados» y dijo esperar que «las negociaciones den resultado lo antes posible». A continuación explicó que según las informaciones proporcionadas por el primer ministro somalí y «otros servicios», todos los marineros del «Alakrana» están a bordo.
El embajador español en Kenia, Nicolás Martín Cinto, expresó ayer al primer ministro somalí, Omar Abdirashid Ali Sharmarke, la necesidad de que su país garantice la vida, la seguridad y la integridad de los tripulantes del pesquero «Alakrana», durante su encuentro celebrado en Nairobi. Pese a que el primer ministro somalí comunicó a Martín Cinto que todos los tripulantes del atunero «están bien» y que «tienen agua y víveres» para varios días, el diplomático español reclamó un mayor compromiso del Gobierno de Mogadiscio para acelerar las negociaciones y, por lo tanto, lograr una resolución pacífica del conflicto.
Unas reclamaciones que, en el barrio keniano de Eastleigh -la llamada «pequeña Mogadiscio» de Nairobi-, conocen de memoria, aunque jamás hayan sido aplicadas por su Gobierno. En este lugar conviven más 20.000 habitantes, todos ellos refugiados somalíes que se han visto obligados a abandonar el país ante la crisis económica.
«Los bucaneros son como una pequeña mafia. Es cierto que nuestro país se ha beneficiado económicamente de sus botines, pero su modo de controlar a la población emplea también prácticas abusivas», señala a ABC Abdulá Ghen, quien emigró hace 8 meses a Kenia desde Harardhere, -principal bastión de los bucaneros-, ante las presiones que sufría de estos delincuentes.
Para Yusuf Albarka, otro somalí obligado a abandonar Harardhere, medidas como el bloqueo de los puertos no acabará con el problema. «Si bloqueamos un asentamiento, los piratas encontrarán otro. La única forma es establecer un clima de seguridad en tierra». Harardhere, por ejemplo, no es ni siquiera un puerto de mar, ya que la localidad se encuentra a 20 kilómetros de la costa. Contar con escasa población y que ésta sea fácilmente sobornable es casi más importante que su ubicación estratégica.
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