PERFIL
Mariano Rajoy: El hombre tranquilo acaricia la meta
Un hombre «prudente», «metódico», «constante», «reflexivo», como así lo definen quienes lo conocen
Mariano Rajoy: El hombre tranquilo acaricia la meta
A Mariano Rajoy (Santiago de Compostela, 1955), el adelanto electoral no le ha cogido por sorpresa. «Esta mañana estaba muy tranquilo porque ya esperaba esta fecha y tenía todo muy ordenado , su agenda preparada y todo muy encauzado», señala uno de sus ... colaboradores más cercanos. Es Rajoy en estado puro. Un hombre «prudente», «metódico», «constante», «reflexivo», como así lo definen quienes lo conocen. Por todo ello, y por su larguísima experiencia en política —en 1981 fue ya elegido diputado en el Parlamento de Galicia—, el pistoletazo de salida de lo que será su última carrera hacia La Moncloa, no le ha movido el rictus. Quizás ha esbozado la media sonrisa que a veces exhibe en público, pero poco más. «No es un hombre dado a estridencias», dicen.
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El hombre tranquilo, que según las encuestas está cerca de llegar a la meta, se prepara para su tercer asalto al poder , y esta vez puede ser el definitivo. Si no es así sólo le quedará un camino: el abandono de la política, pero está convencido de que esta vez sí puede ser. Desde que el 14 de marzo de 2004 perdió las elecciones generales, el camino de rosas por donde había transcurrido su vida política se convirtió en un camino de espinas, que se ha prolongado durante ocho largos años.
Pérdida del poder
La traumática pérdida del poder, después de la matanza del 11-M, sumió al PP en un profundo desconcierto. Fue entonces cuando comenzó a surgir el nuevo Rajoy, o al menos el político que nadie conocía, más allá de esa imagen de gestor cuya vida había transcurrido en la relativa placidez del poder, dirigiendo ministerios uno tras otro (Administraciones Públicas, Educación y Cultura, vicepresidente primero y ministro de la Presidencia, ministro del Interior y portavoz del Gobierno).
Las cualidades que entonces le adornaban como buen gestor y hombre eficaz en la resolución de problemas —siempre se afirmaba que sería un buen presidente del Gobierno pero un mal jefe de la oposición—, se le volvieron en contra. Se le criticaba por una supuesta incapacidad para gobernar la complicada familia popular, que se resquebrajó tras la marcha de Aznar. Se propagó la leyenda de que no tenía interés por el trabajo. Muchos de los suyos alimentaron estas habladurías, con la esperanza de que un nuevo fracaso electoral, como así sucedió en las elecciones generales de marzo de 2008 , le empujaran a abandonar el barco. Pero rodeado de un grupo de fieles, que no le dejaron solo tras la derrota de 2004, capeó como pudo el temporal.
Esperó su momento. «Tiene una gran claridad de ideas y sabe medir muy bien los tiempos. Cuando toma una decisión la ejecuta hasta el final», dicen de él; y en junio de 2008 asestó el golpe definitivo en el congreso que el Partido Popular celebró en Valencia. Rompió las ataduras con el pasado, desafió a los que amagaron con ser su alternativa al frente de los populares y realizó una exhibición de fuerza, desactivando algunos de los focos de resistencia que le quedaban en el camino que él se había trazado.
«Tiene muy claro que uno no puede perder el rumbo y no se deja deslumbrar por lo mediático, por lo inmediato. No es un hombre de arrebatos y analiza el pro y el contra» . Esta filosofía que aplica a su vida es la que explica su empecinamiento por seguir su camino, saltando por encima de las minas que muchos le habían colocado y sin querer oír a quienes querían inmiscuirse en sus planes. «Yo, a lo mío, y nosotros, a lo nuestro», solía decir a sus fieles en los mítines de la última campaña electoral.
Más poder regional que nunca
Creó su propio equipo y situó como punta de lanza a dos mujeres: María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, que han sido dos apuestas exitosas, aunque en algunos casos, como el de la portavoz parlamentaria, tuvo que soportar más de una crítica. Creía en ellas y las defendió. «Es muy fácil trabajar con él, porque valora el trabajo bien hecho y sabe lo difícil que es».
Desde que decidió ejecutar sus planes, casi todas sus apuestas electorales se han traducido en éxitos y todos los enemigos que tenía los ha dejado en el camino, sin mojarse. En una primera etapa conquistó Galicia, después consiguió ser decisivo en el País Vasco, escaló posiciones en Cataluña y ganó las elecciones europeas. Las últimas elecciones autonómicas le han dado al PP el mayor poder regional que nunca ha tenido . Ahora le queda la victoria final. Si gana será una victoria suya y de algunos más, pocos. De todo lo que ha sucedido en estos años, dice que «ha tomado nota».
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