Pateras negreras desde Marruecos, la última ola de la tragedia migratoria canaria
La Policía Nacional detecta desde la crisis de este otoño un 'modus operandi' criminal del que fue víctima la pequeña Eléne
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Iniciar sesiónLa madre de la pequeña Nabody, que ahora se ha sabido que se llamaba Eléne Habiba, apenas ha comenzado a hablar de lo que pasó en la patera. Y ya ha hecho un mes. La lógica dice que si tu bebé se acaba muriendo en ... una UCI víctima de unos criminales negreros, a la primera que te interroguen, largas lo que haga falta para llevártelos por delante. Empezando por el maldito patrón que puso un cubo en la cabeza a otro bebé y luego lo tiró al agua porque lloraba. Pero eso si no estás en shock, aplastada por la impotencia, el sufrimiento, la culpa o si directamente te criaron en el tú te callas que no pintas nada. De hecho, hay inmigrantes que sobreviven a infiernos de maltratos en el mar y nunca declaran. Mujeres violadas que no sueltan palabra. Porque en este negocio de carne, la lógica no existe.
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A saber. Hay que observar detenidamente la patera de la foto, hacerse la cuenta de que tiene 6 metros de proa a popa y visualizar dentro de ella a esta señora, de nombre Massa, junto con Eléne, otra hija de 13 años y 59 personas más. 62 en total. No caben. Pero ahí les meten. Extraños entre sí. Un tetris humano de gente pegada de sudor, vómitos y sed durante cinco días . El agua se acabó al tercero, a beber la del mar. Venenosa. Ni un palmo para estirar las piernas ni un segundo de intimidad.
Depredadores
De no haber sido avistada por Salvamento Marítimo, la Policía Nacional, que se ocupa en el archipiélago de la filiación y reseña de los inmigrantes, afirma que «no hubiesen llegado por sus propios medios». Normalmente, cuando se las rescata en aguas canarias, estas embarcaciones están en la tercera jornada de navegación, pero esta iba por la quinta y hubo que salir a buscarla a 130 millas de tierra, más de 200 kilómetros. Casi medio camino por delante. Asqueroso hacinamiento.
En ella viajaba el 16 de marzo rumbo al sueño de prosperidad del que no pudo tener conciencia Eléne. Tenía 24 meses y fallecería en el hospital tras haber sido resucitada 'in extremis' en el puerto de una parada respiratoria. Tres menores más habían muerto en el trayecto, amén de seis adultos.
Dos se suicidaron tirándose por la borda para ahogarse de pura desesperación. Dos hombres fuertes -emigran los titanes, los que pueden conseguirlo- que en un momento impreciso de sus vidas de miseria en el Mali en guerra, en Gambia o en Costa de Marfil, debieron reunir el valor para huir, cruzarse media África sin más medios que sus condiciones físicas de pantera y qué no padecerían en aquella barca, que acabaron pagándolo con la alucinación y la locura.
Pero eso también se ha sabido después. No es la única vez que la Policía Nacional ha acreditado un infierno así.
«En cinco días la deshidratación es brutal, pero no se llega en tan mal estado ni muere tanta gente» , explican fuentes del Cuerpo en Canarias. Donde se ha detectado que desde el otoño, cuando la crisis desbordó las islas, se repite un 'modus operandi' asesino que explica el descomunal deterioro en el que llegan los subsaharianos que han salido al Atlántico desde Marruecos, en el 90% de los casos del litoral de Dajla. Nótese que no los marroquíes, que se saludan ufanos de triunfo una vez en Arguineguín : son los subsaharianos a los que las mafias marroquíes -que también integran gambianos o senegaleses, los sabios del mar- no solo hacinan en las pateras por pura avaricia. Una media de 1,5 millones de francos CFA por cabeza, 2.200 euros. Sino que además les obligan a esperar junto a las playas varias jornadas hasta ser embarcados.
Se sospecha, o algo más, que a veces los guardias de Marruecos que supuestamente están para controlar estas cosas , miran para otro lado a cambio de pillar su parte del botín. Pero no es plan de que se note. Que nadie se mueva, hay que aguantar la vigilia escondidos en la nada y no queda otra que ir tirando de los víveres que cada uno ha podido reunir para la travesía. De modo que cuando emprenden ruta van casi sin provisiones con lo que, más pronto que tarde, aquello se convierte en un combate feroz por la supervivencia egoísta, en el que los más frágiles tienen las de perder.
A las condiciones insoportables hay que añadir la crueldad extrema a la que son sometidos por parte de los patrones que gobiernan sus barcas. La detención este año de 33 de ellos, también por parte de Policía Nacional, y las acusaciones de homicidio formuladas por la Fiscalía han dado pie a difundir pormenores del terror que imponen a bordo.
De los patrones a sus mafias
«Los patrones suelen ser agresivos, ellos deciden cuándo se come o se bebe mientras hay comida y bebida, y cuando escasea... no van a dejar que una madre alimente a sus hijos antes de comer ellos», resumen las fuentes. Se instalan en popa, dirigiendo los motores, y se protegen rodeándose de unos pocos a los que fidelizan asegurándoles sustento y, si hay, algún chaleco salvavidas. El intento el pasado 15 de enero de una mujer de lanzarse al océano para quitarse la vida cuando ya había sido rescatada de una patera con otros 34 hace intuir agonías sobrecogedoras. Había visto morir a su pequeño de 9 años, mellizo de una niña también embarcada, y echar su cuerpo infantil al agua.
Eso fue un viernes y el sábado, en el centro de temporal grancanario de Barranco Seco, los menores de ese pasaje que resistieron todavía «no se mantenían en pie» . «Resultó raro, porque tienen mucha energía», indican en la Policía, que interpretó esa devastación como una alarma. Los de la patera de Eléne, nueve aparte de ella, llegaron tan desfondados que fueron llevados todos a ingresar y fueron ellos, en su espontaneidad, los que desvelaron la atrocidad del viaje con sus nueve cadáveres.
El fin último de la Policía y del juez es desarticular y condenar la red criminal que fletó esa patera y todas. Obligada es la reserva con respecto a los protocolos de investigación, las organizaciones depredadoras aprenden rápido, pero los instagram y demás están permitiendo reconstruir el árbol genealógico de tramas aquí y en Marruecos.
Identificar entre los inmigrantes a los patrones que han viajado con ellos en las barcas es clave y a efectos judiciales, determinar quién hizo qué. Aunque para eso es imprescindible el testimonio de los subsaharianos y el miedo pesa.
Y no solo el miedo. La madre de Eléne ni siquiera sabe a ciencia cierta dónde ha ido a parar, qué es esto de Canarias. La desorientación es profunda y no ha querido contar su historia ni a los psicólogos de la Cruz Blanca franciscana en la que permanece acogida y a la que está «muy agradecida» por gestionar con el juzgado y el Ayuntamiento de Gran Canaria el entierro de la bebé. Fue este último jueves en un cementerio musulmán de la ciudad, a las tres semanas y media de su muerte, entre otros porque Massa no recuperaba capacidad ni para decidir qué hacer con el cuerpo de la pequeña . Sigue bloqueada, no se sabe hasta cuando, sin creerse lo que ha vivido.
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