Suscribete a
ABC Premium

David Gistau - ACOTACIONES DE UN OYENTE

El papelón de Rufián

Con su fotocopiadora, terminó de parecerse al Pijoaparte de Marsé que intentaba integrarse entre marxistas-rococós con una «filipina» para imprimir pasquines

David Gistau

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En el parlamento de San Jerónimo, un hombre que paseaba una fotocopiadora, igual que Nerval una langosta, acusó ayer a los demás de hacer el ridículo. El efecto cómico fue inmediato y aquellos que reían se perdieron la «punch-line»: Rufián dijo que ... su papeleta es para consumo propio –como su papelón-, sólo faltó ahí el efecto de sonido del platillo. Hace tiempo que este cronista decidió no ser cómplice del «show» de Rufián ni contribuir a fortalecer ese personaje con el que ha encontrado un hueco en Madrid, cumpliendo así el sueño provincial de los maletillas tremendistas y de los chistosos del Pasapoga. Despacharemos sin más a ese Rufián cuyas antologías de chistes se venderán en gasolineras y que, con su fotocopiadora, terminó de parecerse al Pijoaparte de Marsé que intentaba integrarse entre marxistas-rococós con una «filipina» para imprimir pasquines. Todo cuanto Rufián hace y dice es tan grotesco que la vicepresidenta le hace un favor cuando se pone trascendente y emplea con él axiomas democráticos tan solemnes como el juramento de Escarlata de no volver a pasar hambre. La bancada lo aplaude mucho, la paliza que se lleva Rufián es evidente. Pero es un poco como si Churchill hubiera pronunciado el «We Will Never Surrender» refiriéndose, no a la inminencia de la Luftwaffe, sino del circo de los hermanos Tonetti.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia