Afganistán

«Papá, ¿qué van a hacer con nosotros?¿Te van a pegar?»

Un traductor que trabajó para el Ejército cuenta a ABC la odisea de su llegada a Kabul desde Herat. Ahora espera una llamada del Gobierno que salve su vida y la de su familia

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El intérprete afgano que colaboró con las tropas españolas, de espaldas, durante una misión en Afganistán ABC / Vídeo: CAROLINA MÍNGUEZ

F. A., traductor. 34 años. Esposa y cinco hijos (15, 13, 10, 8 y 4 años). Estudió Derecho en la universidad durante cuatro años. Especializado en los dialectos dari y pastún. Trabajó de 2007 a 2013 para las tropas españolas que participaron en las misiones internacionales en Afganistán ... bajo el paraguas de la OTAN. Su futuro, casi su vida, y el de su familia dependen ahora en exclusiva de una llamada telefónica del Ministerio de Asuntos Exteriores . ABC contactó por primera vez con él el pasado jueves, cuando permanecía escondido en Herat , a donde había llegado desde Qala-I-Naw, ciudades donde las tropas españolas estuvieron desplegadas durante cerca de ocho años. A las pocas horas, los talibanes conquistaron la localidad y no le quedó más remedio que esconderse junto a su familia durante tres días. Al fin logró salir dirección Kabul con una única meta, llegar a España gracias a una promesa del propio ministro de Exteriores, José Manuel Albares: «No dejaremos a nadie atrás» . De momento, ahora, cuando ha conseguido llegar a 500 metros del aeropuerto de Kabul , espera que se cumpla la respuesta que le dio la embajada en la única comunicación que ha logrado mantener, el sábado pasado: que estuviese en la capital afgana entre los días 23 y 27 de agosto. Y allí está. Esperando su tabla de salvación. Este es su testimonio.

La salida de Herat

« Logramos escapar de Herat, donde permanecimos tres días escondidos en el piso de un familiar . Era una odisea que creía muy complicada, sobre todo por los continuos puntos de control en la carretera donde los talibanes, que ya controlan la totalidad del territorio, paraban a todos los coches, a punta de rifle, que pasaban por ahí haciéndoles un registro exhaustivo».

Un viaje de 800 kilómetros en 23 horas

«Hemos tenido muchas dificultades. Cada cinco kilómetros hemos encontrado estos ‘checkpoints’ controlados por los talibanes . Hemos visto entre 30 y 50 controles. Nos hacían muchas preguntas: quiénes éramos, a dónde íbamos, por qué. Yo les decía que teníamos casa en Kabul y que volvíamos de Herat porque la empresa donde estaba trabajando había cerrado. También me cachearon. Pero me creyeron y pudimos seguir adelante».

Camuflado para el viaje

«Me puse durante toda la travesía un pañuelo en la cabeza para taparme la cabeza, aunque me he dejado una poblada barba para pasar desapercibido entre los integristas. Para nosotros, la llegada a Kabul era nuestra única oportunidad para salvar nuestras vidas y escapar de las garras de los talibanes, que iban puerta por puerta buscando a todos aquellos que trabajaron para los ejércitos extranjeros y el Gobierno afgano».

La llegada a Kabul

«Después de casi un día entero de viaje por carretera, con mis cinco hijos y mi mujer en el coche, logramos entrar en Kabul . Nos hemos escondido en el piso de otro familiar a la espera de la llamada de la embajada que nos permita irnos».

La espera en un piso a 500 metros del aeropuerto

« Estamos con la maleta preparada . Con todo listo para que en cuanto reciba la llamada de la embajada poder salir directo al aeropuerto. Pero aún no hemos recibido ninguna comunicación . En la casa aún tenemos comida, pero no hambre. No como. No puedo, esto está siendo muy fuerte, solo quiero sacar a mi familia de aquí. Me estoy volviendo loco, está situación nos ha traumatizado a todos».

Lo que ve desde la vivienda

«Ahora habrá más de 10.000 personas que quieren entrar en el aeropuerto , pero los americanos no les dejan. Se escuchan disparos del Ejército estadounidense para echar a toda esa masa de civiles, que está desesperada por entrar en el aeropuerto y coger un avión que les saque del país. Miles de personas se agolpan en la terminal y están abarrotando las pistas de despegue, buscando desesperadamente vuelos que salgan. Tampoco sabemos si nosotros vamos a ser capaces de llegar al aeropuerto. Está tomado por los talibanes. Han ocupado toda la entrada y hay miles de personas. No es seguro ir al aeropuerto con cinco niños pequeños».

Miedo y desconcierto

«Siento mucho miedo. Por mí, porque me quieren matar, y por mi familia, mis hijos. Me costó mirarles a la cara cuando llegamos a Kabul, por el miedo que ellos han pasado por mí, porque sabían que los talibanes podían reconocerme, y pensaban que a lo mejor podían sacarme del coche. Mis hijos me preguntan: ‘Papá, ¿qué van a hacer con nosotros?’. Y el más pequeño, de cuatro años, me dice: ‘Papá. ¿te van a pegar?’. Mis hijos están bien, pero también tienen miedo, porque no entienden lo que pasa, son muy pequeños. En Afganistán dejo a mis dos hermanos y a muchos amigos, y me da mucha pena. Ellos viven en Herat. Ojalá en el futuro puedan venir todos a visitarnos a España».

El futuro

« Pienso en el futuro de mi familia en España . Tenemos que salir de aquí. Quiero estudiar en España y para mis hijos busco un buen futuro que aquí no van a encontrar. Me gustaría estudiar Filología española, en Valencia o en Barcelona, porque Madrid está muy caro. Después, no sé lo que haré. Igual dar clases. Pero no lo sé. Mi mujer es enfermera aquí, y le gustaría también estudiar en España y poder ejercer su profesión allí».

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