«Me pagan para evitar que se suiciden policías»
Un equipo de siete psicólogos atiende 24 horas un 'call center' policial para velar por la salud mental de los agentes
Trece policías se han quitado la vida en 2021; el equipo se moviliza tras casos críticos, con armas o heridos
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Iniciar sesiónEl 2 de octubre, día del patrón de la Policía Nacional, mientras miles de agentes celebraban su festividad dos compañeros se quitaban la vida en Madrid: un inspector jefe de Información y un policía en prácticas de una comisaría. No se conocían ni sus vidas ... se habían cruzado. Solo coincidieron en la forma de morir: ambos se suicidaron con un arma reglamentaria . Ese día a otros colegas suyos les tocó duplicarse en una jornada interminable para atender a los compañeros de las víctimas y a los familiares.
Son el equipo 'antisuicidios' : siete facultativos -psicólogos- que están al servicio de sus compañeros 24 horas todos los días del año para velar por su salud mental y evitar que un policía decida quitarse de en medio. Este 'call center' inédito se estrenó hace dos meses y forma parte de un plan, aprobado el año pasado por la Dirección General de la Policía.
«Ya hemos conseguido evitar algunos», explica el inspector jefe Ricardo Torrecilla, jefe del Área de Coordinación de Prevención de Riesgos Laborales de la DGP. Al frente del equipo de intervención psicosocial está J avier Jiménez Pietropaolo , un acreditado especialista empeñado en que esos hombres y mujeres que tapan su infierno personal con un uniforme confíen en ellos. «Ni somos los controladores del absentismo laboral ni quienes les vamos a retirar la pistola. A mí me pagan para intentar ayudar a policías en su plenitud laboral y para evitar que se suiciden», asegura con una firmeza que desarma.
De los tres agentes que se mataron a principios de octubre en Madrid ninguno había pedido ayuda oficial. En lo que va de año 13 policías nacionales se han quitado la vida, una cifra alarmante que iguala en diez meses a la más alta en 20 años (2017), según datos del Sindicato Unificado de Policía. El SUP ya denunciaba a finales de los 80 el desarraigo familiar y social de los suyos en el País Vasco.
El uniforme de superhéroe
«Con ETA, sin familia, sin vida fuera, los agentes se iban a la cantina y si estaban mal en el Cuerpo decían: 'Tiene un problema con el alcohol'. Antes ya era un estigma fuera pero dentro mucho más. Y el uniforme no es una capa de superhéroe ». Son palabras de Carlos Prieto Conesa , responsable de riesgos laborales del SUP. El sindicato lleva desde 2015 reclamando medidas a la Policía para atajar «el preocupante aumento de suicidios». Llevaron a cabo estudios, plantearon soluciones concretas, recurrieron al Defensor del Pueblo. «Nuestro objetivo era obligar a la Administración a que se tomase en serio este tema».
Ha costado, igual que sigue costando 'fuera' como dice Conesa, pero el plan ya está en marcha. Es la una de la tarde de un jueves y en la tercera planta de la comisaría de Huertas tres psicólogos procedentes de distintas plantillas policiales atienden el teléfono. Uno de ellos sale de la sala diáfana en busca de intimidad. Al otro lado un policía necesita ayuda.
Pietropaolo, que encabeza el equipo psicosocial, traza un retrato robot mientras sigue a unos metros el trabajo de los suyos: el 50 por ciento de los agentes suicidas atraviesa problemas de pareja y tienen unos rasgos de personalidad específicos; son introvertidos e impulsivos. «Lo que más preocupa es que no nos cuenten el problema» , dice. La inadaptación al puesto de trabajo o un cambio de destino funcionan a veces como detonantes. La mochila del psicólogo está cargada de desafíos y de vidas recuperadas.
«Lo mejor es cuando el otro te dice: 'Si no te hubiera conocido, me habría matado'». Cuenta un caso que lo ejemplifica. Un cambio de destino de un agente tras un ascenso. La relación con su mujer está rota y no le sigue. En el grupo de whatsapp de la comisaría escribe un mensaje que suena a despedida. Un compañero suyo a punto de embarcar para su luna de miel se inquieta. Contactan con un hermano que es guardia civil y este corre a su casa. Lo encuentra con la pistola montada y al lado una foto de su mujer y su hija. Hoy el agente está de alta, ha rehecho su vida y disfruta de su comisaría.
«Nosotros tenemos un arma y eso significa una muerte rápida, directa y de consecuencias catastróficas», apunta el inspector jefe Torrecilla. «La cuestión radica en detectar no en estigmatizar» , añade Prieto Conesa.
La primera causa de muerte en la Policía es el suicidio. Sumando todas las causas de siniestralidad laboral (agresiones, lesiones, embestidas, accidentes...) no suman 13. Las cifras no dan tregua: en veinte años se han suicidado 178 policías nacionales . La tasa es similar a la del resto de la población, según el estudio previo al plan. Pero contar con un arma de fuego es un factor a favor del suicida . La muerte no entiende de destinos o escalas: el Cuerpo ha perdido desde agentes en prácticas a comisarios y en todas las plantillas. Seguridad Ciudadana es la más afectada porque supone el 80 por ciento del personal.
El plan de salud mental y prevención de suicidios recoge 45 medidas. Desde conciliación a gestión del estrés, cursos para algunas especilidades -como quienes se dedican a la pornografía infantil- y detección precoz. Revisar bajas laborales largas, problemas con el entorno, indicadores distorsionados en los reconocimientos médicos (unos 18.000 anuales), propuestas de retirada cautelar de armas y comunicación permanente con el área sanitaria.
Las intervenciones críticas, con armas o con agentes heridos serán tuteladas por el equipo especialista para no dejar a nadie en la cuneta. Si en una plantilla se produce un suicidio hay que atenderla; también a los familiares. Es la autopsia psicológica. El equipo se desplaza y continúa el seguimiento, la atención al duelo, el estudio de diarios y notas: los pasos previos y las alertas ignoradas. Las 13 muertes de este año ya están documentadas. Quieren que sean un freno a nuevos sufrimientos en solitario.
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