Los otros fallos de la Justicia
Cabecillas reenganchados a la cúpula; pistoleros reagrupados en nuevos «comandos»; «borrokas» aupados a los grupos asesinos... Estas han sido, entre otras, las funestas consecuencias de los errores judiciales cometidos en la lucha contra ETA.
La serpiente aprovecha cualquier negligencia, desidia, ineptitud, burocracia, o laguna legal ... para regenerarse. En 1991, la Audiencia Nacional absolvió a los integrantes del «comando Artapalo» de preparar una fuga del etarra Ignacio de Juana Chaos, pese a que los pistoleros se habían confesado culpables. La sentencia consideró probado la participación de los acusados en los hechos, pero les absolvió al estimar que el delito que pudieron haber cometido era el de evasión de presos, del que no fueron acusados por el fiscal, que calificó los mismos de colaboración con banda armada y solicitó para cada uno de ellos 28 años de cárcel.
En junio de 1995, seis pistoleros del «comando Matalaz», a los que se acusaba de varios asesinatos y planes para provocar matanzas, quedaron en libertad al haber transcurrido el plazo máximo de cuatro años de prisión preventiva, sin que se hubiera celebrado el juicio. Los etarras aprovecharon su puesta en libertad para reengancharse a la banda. Fue el caso de los terroristas Juan Mirena Sanpedro, implicado luego en la compra de armas en el mercado negro; Ángel Fuentes, relacionado con secuestros, o Asier Quintana, encargado de adquirir material para perfeccionar los artefactos explosivos. En 1994, La Audiencia de San Sebastián absolvió a seis «borrokas» al invalidar todas las pruebas existentes contra ellos por falta de motivación jurídica de los jueces Bueren y Garzón a la hora de permitir registros o intervenciones telefónicas. Tras los recursos, se ordenó la repetición del juicio pero, para entonces, habían huido: Asier Oyarzábal se convirtió en cabecilla de «logística» y Aritz Arnaiz, en jefe del «comando Nafarroa». Asier Bengoa, implicado en el asesinato de dos guardias civiles en Capbreton, había sido detenido en abril de 2003 relacionado con el «aparato de captación». Diez días antes de que se dictara sentencia -siete años y medio de cárcel- quedó en libertad, ya que había cumplido casi la mitad. Circunstancia que aprovechó para huir. En 2008, el Supremo absolvió a Vicario Setién del secuestro de Aldaya porque el fiscal incorporó fuera de plazo una prueba de ADN.
El jefe de «logística» José Zaldúa, «Aitona», y el pistolero del «comando Madrid, Antonio Gabiola, «Tono», quedaron en libertad en Francia al llegar tarde la solicitud de extradición. «Ternera» se reincorporó a la dirección de ETA porque no se adoptaron medidas cautelares cuado iba a declarar como imputado por la matanza de Zaragoza. De algo similar se aprovechó Salaberria, después lugarteniente del perverso «Thierry».
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