Cálculo de riesgos

Pero sea ésta una excusa más o menos formal para adelantar los comicios al 21-O, sea una estrategia para rentabilizar la desorganización de un socialismo gallego bajo el peso de un liderazgo difuminado por el sopor agosteño, Feijóo arriesga confiado en acertar. Primero, porque puede presentar como balance el mérito de las cuentas más saneadas de las diecisiete autonomías; segundo, porque carecería de sentido aprobar unos Presupuestos en diciembre y verse empujado a disolver el Parlamento gallego en enero; y tercero porque trastoca la agenda de los socialistas, a los que ha sorprendido a contrapié y con José Blanco apurando aún el trago de su imputación en el Tribunal Supremo.

No obstante, subyace en Feijóo una sólida preocupación, causa última de su decisión: de haber agotado la legislatura, crecía exponencialmente el miedo escénico a contagiarse del desgaste de Mariano Rajoy por la impopularidad de su dieta anti-rescate a la española. Feijóo aspira a asegurar el terreno antes de que la dureza del otoño lo recaliente en la calle bajo sus pies. En su memoria resuena el eco del esfuerzo baldío de Javier Arenas en Andalucía. El de ganar para no gobernar. El de vencer «pa ná».