La noche en el Tarajal de Ceuta: cargas policiales y niños acostados en estanterías
El Gobierno tiene hacinados en naves del polígono industrial a cientos de menores que han tratado de cruzar la frontera
Qué es el Frente Polisario
Son cientos de niños hacinados en naves industriales. La noche en el polígono del Tarajal es dura , más cuando se es un pequeño descalzo que deambula buscando una mano amiga dentro de una mole de hormigón. Solo, con una sudadera negra, no más ... de siete años y descalzo llegó a España en la avalancha de más de 6.000 personas lanzadas a cruzar a nado los espigones fronterizos. Marruecos lanzó a cientos de niños al agua, que fueron hacinados en las naves controladas por Cruz Roja. En una de las puertas, rotas por la irá y la desesperación de sus moradores, se acerca un chaval pidiendo ayuda vestido con una camiseta de Nueva York. Otros piden una foto para que sea subida a Facebook. A sus espaldas, la soledad en camas improvisadas.
Mientras en la frontera los gases lacrimógenos de Marruecos son llevados por el viento a España, este miércoles de madrugada en las naves algunos niños dormían agotados. Los que tienen más suerte o jerarquía han conseguido hacerse con unos de los pocos camastros que hay entre las paredes de cemento. Los que tienen una poquita menos de fortuna están en hamacas, como las de los chiringuitos en las playas. Otros cientos no tiene lugar para dormir. Esos se echan en un banco de madera, se apilan en una estantería o tiran una toalla al suelo con sus piernas sobresaliendo y quedando sobre el cemento del suelo .
En la calle, la basura se agolpa. «Son de esta gente», dice un guardia de seguridad privada. Vestido de verde, son los que controlan las tres puertas de acceso a las naves donde están los menores. Desde una de ellas se observan las paredes escritas, grafitis con oraciones o consignas. Parece una cárcel sin llegar a serlo. El cristal de seguridad de la entrada principal está roto por un intento de reventarlo. En las puertas, abiertas, los guardias de seguridad privada impiden que se tomen imágenes, así como que salgan los menores a la calle en medio de la noche.
Les gritan en dariya, el dialecto del árabe que predomina en la zona, cuando se acercan a las puertas. Hay niños pequeños, niñas y adolescentes. Una niña con un chándal rosa se asoma pidiendo ayuda, el guarda de seguridad le dice algo y la chica señala a la puerta de enfrente. Cruza corriendo, mientras en unas mesas dispuestas para comer se ve a otro menor acostado entre la algarabía con una manta Cruz Roja. En otro punto de la nave, que ocupa una extensa 'L' en el polígono junto al paso de las porteadoras, lugar estratégico para una deportación 'express', un guarda patea la puerta cuando otra niña se acerca para que tomen fotos . No hace falta que hable. El gesto entre la autoridad y desprecio echa a la niña de aquella puerta rota.
Es una zona fuertemente custodiada. Hay una empresa privada de seguridad controlando las naves, mientras la Policía Nacional aguarda en una de las esquinas para que no haya incidentes si algún menor se escapa. En medio, los voluntarios de Cruz Roja disponen una ambulancia y otros se hacen fotos con una niña de Mali de tan solo dos años. En medio de la basura que hay en el lugar, tres mujeres de malienses con niños pequeños, una es la de dos años que juega con los voluntarios. Están en el suelo, uno de los menores solo lleva una camiseta blanca y están arropadas con una manta de Cruz Roja sobre el hormigón de la acera.
En Marruecos está habiendo cargas policiales contra los que tratan de pasar la frontera. En la oscuridad, las sirenas azules y verdes vuelan con estrépito
Por delante de ellas pasan un grupo de Regulares. Se les reconoce por el 'tarbuhs' (gorro) rojo en sus cabezas con el birrete negro. Van hacia la valla. La noche se caldeó en Marruecos. Grupos de menores trataban de llegar a la playa de noche para cruzar por los espigones a nado. La Policía de Marruecos se lo trataba de impedir. Los gases lacrimógenos y las porras les hacían correr hacia la montaña. La presión fue en aumento la noche de este martes . En la subida al barrio del Príncipe, justo en el cruce con el polígono donde están las puertas para el paso de las porteadoras, la madrugada se llena de curiosos. Saben que en Marruecos está habiendo cargas policiales contra los que tratan de pasar la frontera. En la oscuridad, las sirenas azules y verdes vuelan con estrépito.
Queda mucha noche en el Tarajal , donde una chica se para con su coche y reconoce que quiere que todo acabe. «Tengo miedo» , manifiesta la mujer, mientras asegura que no mandó a sus hijas al colegio por miedo a que las violaran en medio de esta «invasión». «Es eso. Aquí no hay trabajo ni nada. ¿Qué vienen a hacer? Es una invasión» , señala antes de marcharse hacia Ceuta , dejando el polígono con las naves llenas de niños a sus espaldas y a decenas de curiosos asomados desde la altura, oyendo las cargas marroquíes para que no lleguen más personas a los espigones.