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«Que no hagan oídos sordos»

«Que no hagan oídos sordos»

Silvia Albés, la joven esposa del gondomareño Pablo Costas, ha encontrado un halo de serenidad dentro del calvario que soporta desde que se le comunicó el secuestro de su marido. Por una llamada telefónica, sabe que su compañero está bien y aguarda su liberación. «Porque... debe ser la prioridad ¿no? ¡ponerlos a salvo!». Lo dice con resquemor, molesta con unas declaraciones de Defensa, en las que se reseñaba que el atunero vasco estaba fuera del perímetro de seguridad cuando fue acechado por los piratas.

El padre de José Antonio García, otro de los marineros del «Alakrana» apresados, espera también, como Silvia, que no se desvíe la atención y se opte por «hacer oídos sordos» ante una situación que no está funcionando y se debe reconducir. Como viejo lobo de mar, admite que lo peor es trabajar con pánico. Y se interesa, como las demás familias gallegas afectadas por este caso, por la presencia militar en los barcos, siguiendo el modelo aplicado en Francia.

«¿Por qué nos pasa esto?»

En casa del cangués Secundino Dacosta igualmente se preguntan por qué no hay soldados a bordo. «¿Por qué nos pasa esto cada nada?», apunta su hermano. Su mujer casi ni puede articular palabra, presa del miedo, aunque algo más tranquila tras el telefonazo por el que supieron que «Cuni» -su mote- se encuentra perfectamente.

«Mi padre me ha confirmado el buen estado de la tripulación y que los captores les tratan bien». Es el resumen de Cristina Blach, la hija de Ricardo, el patrón. Ayer, en una conversación a primera hora de la mañana con ABC, no ocultaba que, a pesar de las promesas de los políticos de que todo irá bien, el contacto con su progenitor fue lo más alentador. «Nos pidió que estuviésemos tranquilos», dijo, y señaló que se mostró más preocupado por el ánimo de todos los parientes de la dotación que por el suyo propio.

A mediodía, contaba Cristina a este periódico, volvía a sonar el fijo en el domicilio familiar de Bayona, en Pontevedra. «Les debieron permitir otra ronda», relataba. En esta segunda conversación, esta periodista de TVE en Asturias se interesó por el apresamiento. Ricardo le aseguró que no estaban pescando en Somalia, puesto que este año no habían pedido la licencia por precaución, y que se hallaban en aguas internacionales. «No todos los barcos pueden ir pegados a una fragata para tener su seguridad garantizada», afirmaba la portavoz de los familiares de los capturados del sur de Galicia, que añadía que los saqueadores están «en todas partes». En la comarca coruñesa del Barbanza, mientras, los familiares de José Crujeiras y Antonio Pérez seguían esperando «algo concreto»... el salvamento.

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