Nemesio
No es fácil escribir de ti cuando los sentimientos se amontonan en la garganta y el corazón. Y en estos instantes, sólo las palabras Padre y Abuelo atraviesan nuestros pensamientos y recuerdos. Eras nuestro Padre. Eras nuestro Abuelo.
Nos enseñaste a luchar. Te han extirpado ... tres tumores, has sufrido quimio y radioterapia. Se te ha roto el corazón en tu última batalla contra el cáncer de huesos e hígado. En esta lucha de más de diez años nunca te rendiste. Ni en ninguna otra. Siempre supiste enseñarnos a resistir, a seguir, paso a paso, el rumbo trazado.
Nos enseñaste la diferencia entre el «ser» y el «estar». Se «está» de subsecretario, de ministro, de subgobernador del Banco de España, de presidente o de consejero delegado, pero sólo eras Nemesio, un hombre bueno, un gran padre y un magnífico abuelo.
Aprendimos de tí el valor de la inteligencia sonriente, de la ironía mesurada, de la media distancia ante los avatares de una vida que fluye más allá de los diques voluntariosos que tratamos de levantar.
Aprendimos de ti a escoger la mejor mujer, madre y abuela del mundo. Nos enseñaste a disfrutar de la vida, de la buena comida, de un buen vino, de viajar y, sobre todo, del valor de una buena lectura. Te añoraremos en tus lugares favoritos, en los rincones escogidos de tus restaurantes.
Somos lo que queda de ti en este mundo y todos estamos orgullosos de llevarte en nuestros genes y en nuestro corazón. Gracias por la vida. Permanecerás siempre en nosotros.
Tus diez hijos y
veinticuatro nietos
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