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La negociación con ERC hace resurgir las fracturas en el socialismo sobre la relación con los independentistas

Fuerte choque entre Miquel Iceta con Emiliano García-Page y Javier Lambán que devuelve el debate a términos que no se vivían desde hace tiempo y que recupera la cuestión que rompió el partido en 2016

Los barones socialistas Emiliano García-Page y Javier Lambán, el pasado septiembre EFE / Vídeo: PSOE y ERC, díálogo pero cómo y sobre qué
Víctor Ruiz de Almirón

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El PSOE actual no es lo mismo que aquel partido que se acuchilló en «prime time» en 2016. Pero en el fondo sigue siendo el mismo partido. Los equilibrios de poder han cambiado. Pero los principales protagonistas de aquellos sucesos siguen siendo los mismos. La necesidad de contar con el visto bueno de ERC para mantener La Moncloa está tensando al partido. Y lo hace de un modo que no se veía hace tiempo. Al menos desde la llegada de Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno. Con un intercambio de fuertes reproches entre el líder del PSC, Miquel Iceta, y los presidentes de Castilla-La Mancha y Aragón, Emiliano García-Page y Javier Lambán.

Es la cuestión territorial lo que vuelve a poner ante el espejo a un socialismo que, en lo que respecta a este tema, es muy diferente en función del territorio. El sur es diferente al norte. Y la España interior es diferente a las zonas del litoral o a los archipiélagos.

En esta ocasión, y no como en 2016, el debate de fondo cobra más protagonismo porque el liderazgo del partido no está en juego. En el pasado la intención de acabar con Sánchez, y de éste de aferrarse al cargo, se superponía sobre la cuestión de fondo. ¿Cómo relacionarse con los independentistas?¿Se puede pactar con ellos? Si bien es cierto que entre los dirigentes actuales, ni siquiera los que puedan llamarse críticos, nadie defiende una gran coalición con el PP, sí existe una diferencia profunda entre quienes creen que no hay que acordar con nacionalistas y quienes creen que hacerlo es positivo para que no se conviertan en alternativas a gobiernos PSOE-PP. Sánchez, entonces y ahora, hace equilibrios entre ambas en función del momento.

La negociación de la investidura ha vuelto a poner de relieve estas diferencias. A comienzos de semana Lambán se refirió a ERC como un partido «indeseable» para la gobernabilidad . García-Page fue más gráfico. «Yo para Reyes lo que no quiero, como no creo que quiera ningún español o española, es vaselina. Vaselina no queremos. Queremos tener unos buenos Reyes, un mejor 2020 y sobre todo tener la conciencia tranquila». Ayer Miquel Iceta respondió diciendo que esas palabras eran «inoportunas» e impropias de un presidente autonómico, mientras insistía en su receta: «Sin diálogo con todos, no vamos a ninguna parte» .

Page y Lambán son ejemplo de la incertidumbre que algunos expresan por la ausencia de información sobre los contactos con ERC tras el brusco cambio de discurso de Sánchez antes y después del 10-N. Iceta replicó ayer pidiendo «respeto». Y encontró respuesta en ambos. «Negarnos el derecho a opinar a los demás, a los españoles, era algo propio de los independentistas catalanes y exclusivamente suyo. Pero estoy viendo que el supremacismo por desgracia está haciendo estragos en Cataluña », dijo Lambán. «Le quisiera recordar al compañero Iceta que sobre toda España hablamos todos los españoles y todo el PSOE. Me gustaría, ya que nos pide respeto con los independentistas, verme defendido por él ante tanto insulto y ataque que recibo yo y otros presidentes autonómicos por defender la unidad de España y la igualdad», respondió García-Page. Criticó además los cambios de tono de Sánchez e Iceta sobre el independentismo: «Yo no he llamado xenófobo a Torra, hay quien lo ha hecho (en referencia a Sánchez) y ahí no he visto protestar a Iceta. ¿O es que hay que esperar a que veten a Iceta para el Senado para entonces poder criticarlos? ¿Entonces sí vale decir que España no puede depender de los independentistas? No. Yo digo lo mismo que hace tres semanas, que hace tres años y lo seguiré diciendo los próximos 30».

Sin contrapesos

Los barones constituían en 2016 un frente bien armado con Emiliano García-Page, Javier Lambán, Susana Díaz, Ximo Puig, Guillermo Fernández Vara y Javier Fernández. Su unidad de acción se disolvió tan pronto como la entonces presidenta de la Junta de Andalucía perdió las primarias contra el resucitado Pedro Sánchez. Cada uno de ellos eligió su camino para adaptarse a los nuevos tiempos. Por diversos motivos, a día de hoy solo Page y Lambán mantienen un discurso opuesto al de Ferraz. Y en momentos puntuales.

Tras esa derrota en primarias no plantearon en el 39 Congreso del partido que el 40% de voto que tuvo Díaz entre los afiliados estuviese representado en los principales órganos del partido. Estaban en «shock» tras haber sido derrotados por el hombre que apenas unos meses antes consideraban un cadáver político. La elección en primarias tiende a entenderse como un cheque en blanco para el nuevo líder, presuponiendo a este sistema de una mayor legitimidad. Ese es el resultado de que no haya hoy contrapesos en el PSOE. La razón por la que se puede negociar una investidura con Unidas Podemos y ERC sin haber reunido al Comité Federal del PSOE. La cuestión, no menor, es que si se reuniese, tampoco pasaría nada.

La mesa de negociación

En el PSOE postprimarias es la relación Sánchez-Iceta la que marca el paso . Cristalizó en esa Declaración de Barcelona en la que el PSOE asumía para Cataluña la apuesta por un «mejor reconocimiento de su personalidad nacional» . Además de apostar por un desarrollo normativo que permita recuperar partes del Estatut declaradas inconstitucionales. Se apuesta por ejemplo por la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial: «Incorporando las previsiones sobre el Consejo de Justicia de Catalunya y configurándolo como una instancia desconcentrada del propio CGPJ».

Un plan todavía lejos de las demandas del independentismo. Pero Sánchez e Iceta se esfuerzan por caminar hacia sus demandas. «Una mesa de negociación, y si ERC la quiere entre gobiernos, entre gobiernos», dijo ayer Iceta. Sánchez ayer no cuestionó las palabras de Junqueras pidiendo esa relación bilateral , sino que insistió en que el diálogo «debe ser el método para resolver conflictos políticos como el que se vive ahora mismo». En una negociación en la que se da tanta importancia a las palabras no pasó desapercibida una omisión de Sánchez. Como tampoco hizo en Pedralbes, Sánchez evitó mencionar expresamente la Constitución y señaló que «el marco tiene que ser la seguridad jurídica».

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