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Un millar de militantes se organiza para exigir cambios a Arrimadas

Bajo la marca Renovadores Cs, desde toda España, quieren forzar una asamblea

Miguel Ángel Ibáñez, María Valle y Antonio Espinosa Antonio Espinosa
Daniel Tercero

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Los mejores episodios de Cs en la gobernabilidad de España están por escribirse. Apostamos por Cs como el vehículo para mejorar el país. Por eso queremos cambiarlo, democratizarlo y que vuelva a lo que fue». Son palabras de Antonio Espinosa , exdiputado autonómico catalán, fundador de la formación naranja y durante años miembro de la dirección del partido, que lidera un movimiento interno en Cs que no se resigna a ver cómo mengua después de que en 2019 consiguiese tratar de tú a tú al PSOE y el PP.

Bajo la marca Renovadores Cs, alrededor de un millar de militantes del partido que preside Inés Arrimadas está organizándose , por toda España, para que los liberales cambien el rumbo errático, cuyo punto de inflexión, señalan desde este movimiento –en Cs no puede haber corrientes políticas internas–, fue la negativa de Albert Rivera a pactar el Gobierno con Pedro Sánchez (PSOE) en 2019.

«No queremos irnos del partido . Tenemos ilusión por renovarlo. Y como estamos preocupados por la situación, queremos cambiarlo. Hay que volver a centrarse en el ciudadano», apunta Carmen Almagro, militante de Sevilla y, como el resto de los consultados por ABC, impulsora de Renovadores Cs. Este malestar es común entre los críticos, que lamentan las salidas que se están produciendo, las más mediáticas al PP, pero también las que llegarán, sobre todo de cargos locales, en dirección al PSOE.

«Hemos de recuperar el compromiso de Cs con el centro progresista para volver a ilusionar a los afiliados, a los que tienen dudas, a los que nos han votado y a los que se han ido», añade Fernando Mulas, en Valencia, que considera que, incluso admitiendo la crisis del partido naranja, «no debería marcharse nadie» porque el espacio que encarna Cs sigue «estando ahí».

La dimisión de Arrimadas

En Renovadores Cs son conscientes de la dificultad que supone que la dirección asuma parte de sus propuestas, como una mayor democratización del partido – Arrimadas controla toda la estructura a excepción de las agrupaciones locales , que se votan por la militancia–, la asunción de los errores en las últimas campañas electorales (Galicia, País Vasco y Cataluña, especialmente) y una renovación de los cargos en la dirección, que podría incluir, también, la dimisión de la propia Arrimadas. «No es imprescindible, nadie lo es en Cs. Arrimadas no tiene el nivel de liderazgo que tuvo Rivera y cosecha unos resultados que deberían obligarla a reformular su estrategia o marcharse», señala Espinosa.

Como desde la cúpula de la formación naranja no parece que estén por admitir estas premisas, ya que el único cambio es «cosmético», en opinión de los críticos, cambiar de cargos a Carlos Cuadrado y José María Espejo-Saavedra, pero mantenerlos en el grupo de estrechos colaboradores de Arrimadas, la intención de Renovadores Cs es conseguir forzar una asamblea extraordinaria. Una tarea titánica pues necesitarán un tercio de las firmas de los militantes, que calculan entre los 12 y los 15.000.

«El Comité Permanente –la cúpula del partido– vive en una torre de marfil. El partido no funciona, hay que cambiar la estructura, las personas y reorientarlo. Es una cuestión de concepción general», opina Miguel Ángel Ibáñez, concejal en Gavá (Barcelona) y el cargo electo más antiguo. Ibáñez fue, junto a una quincena más, de la primera hornada de concejales de Cs, allá por un ya lejano año 2007.

Ibáñez, como Almagro, insiste mucho en el papel del municipalismo para la buena salud del partido. Un espacio que, asegura, la dirección minusvalora. Además, así explica uno de los aspectos claves, desde su punto de vista, de la situación de Cs: «Teníamos los pies en un espacio y, con juego de cintura, el papel de Cs era atraer al PP y al PSOE, pero sin mover los pies. Movimos los pies, se fueron los votos».

Esta referencia indirecta al aspecto ideológico, sin embargo, no es el motivo central de la reivindicación de Renovadores Cs. La mayoría de los críticos consultados por este diario creen que el cambio de los estatutos de 2017 no era necesario, pero no ven que tras él no se puedan llevar a cabo «reformas pensando en el ciudadano como sujeto de la política» y apoyándose en aspectos a un lado y otro del espectro ideológico. « El problema viene porque Rivera giró el partido para ocupar el espacio del PP y su electorado . Aquel giro no se entendió y nos penalizaron por ello», lamenta Espinosa.

«Lo malo de Cs es haberse adaptado al sistema y querer ser un partido más. Hemos de recuperar el discurso claro y nítido», añade Soledad Sánchez-Cid, en Madrid, mensaje que complementa Elena Martínez, en Zaragoza: «Hay que reconectar con la sociedad y la dirección no es capaz de hacerlo».

Credibilidad

La exdiputada autonómica catalana María Valle resume el sentir mayoritario de este movimiento: «Se perdió la credibilidad, la confianza del electorado y la ilusión de los afiliados. Queremos luchar por Cs desde dentro, para renovar y transformar el partido».

Todos los consultados de Renovadores Cs creen que la operación de Murcia (moción de censura) fue un error en la forma, pero no en el fondo, y que Edmundo Bal es un buen candidato para el 4-M madrileño. En definitiva, concluye Mulas: «Cs tiene que volver a ser el partido sensato».

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