Una mejoría absolutamente innegable
«Donde los médicos privados tenían un gran negocio, hoy se desarrolla una sanidad pública puntera en el mundo»
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Iniciar sesiónSoy coetáneo de aquella aclamadísima generación de futbolistas –que en realidad nunca ganaba nada– llamada la Quinta del Buitre. Cuando se murió Franco tenía once años y mi recuerdo estelar es que el bus que nos llevaba al colegio se dio la vuelta y gozamos ... una semana de vacaciones. Cuando se aprobó la Constitución de 1978 tenía catorce años y guardo otro recuerdo: mi padre, contento y orgulloso del paso de su país.
Han pasado cuarenta años desde que se aprobó la Carta Magna. Resumirlos desde mi experiencia vital me resulta fácil: España ha experimentado una mejoría constante, casi asombrosa. Las libertades son ya como respirar. Las infraestructuras resultan extraterrestres en comparación a las de mi infancia. Las multinacionales españolas son una triunfal realidad. Ese progreso no lo he leído en los libros ni lo he visto en el cine. Lo he masticado , como toda mi generación.
En mi barrio de La Coruña las casas con calefacción eran una rareza, los bares estaban envueltos en humo y atestados (pero solo de hombre chiquiteros bastante alcoholizados). La televisión tenía un canal y la sociedad era tan pacata que una fuga de escote de Rocío Jurado daba para un escándalo nacional . En mi ciudad no había universidad, hoy sí. Donde se extendía un enorme poblado gitano intransitable hoy se levanta ahora un opulento Corte Inglés. Donde había un vertedero, hoy hay un parque. Donde los médicos privados tenían un gran negocio, hoy se desarrolla una sanidad pública puntera en el mundo , que lleva a cabo complicadísimos trasplantes en una ciudad de 250.000 vecinos. Los vuelos en avión eran una rareza. Las vacaciones de la mayoría de las familias, en la casa del pueblo de los abuelos. Los primeros vaqueros me los compraron al final de mi adolescencia y las calles eran mucho más inseguras.
La Constitución del 78 fue una bendición. Por eso me duele decir que por primera vez en la vida adulta siento que estamos trabajando a conciencia para desgraciar todo lo que levantaron nuestros padres.
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