Esquivel se une al «bufete» internacional de ETA-Batasuna

Esquivel, que en 1980 recibió el Nobel de la Paz por su defensa de los Derechos Humanos y su oposición a la dictadura argentina, ya se ha pronunciado en diversas ocasiones a favor de una negociación entre el Gobierno y ETA . Mantiene, pues, la misma actitud que el abogado sudafrinaco Brian Currin y otros asesores internacionales de Batasuna. «Entendemos que el señor Arnaldo Otegi es reconocido como un líder por su pueblo , no sólo por el amplio sector social al que políticamente representa, sino por la mayoría de la ciudadanía vasca tal como, nos parece, se ve en las diversas manifestaciones y actos por su libertad, junto a la de otros compañeros, tanto por el número de organizaciones convocantes: sindicales, sociales y políticas, como por la amplitud de la asistencia, representando a todo el espectro democrático de la sociedad vasca». Con esta afirmación, Esquivel excluye de lo que considera «todo el espectro democrático de la sociedad vasca» a los militantes y simpatizantes del PNV, PSE, PP, UPyD.

En otro momento, el premio Nobel se escuda en que el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero calificó a Otegi como «hombre de paz», para sostener en la carta que su presunta apuesta «por las vías políticas ha sido reiteradamente reconocida por representantes de las instituciones del Estado Español». No menciona, sin embargo, que después de aquel elogio de Zapatero a Otegi, ETA dinamitó el llamado «proceso de paz» con los doscientos kilos de amosal que puso en la T-4, y que el exportavoz de Batasuna calló, cómplice, ante aquella salvajada.

Por ello insiste, tramposo, en que «el mantenimiento del señor Arnaldo Otegi en prisión supone objetivamente privar al Pueblo Vasco, en un momento histórico de gran trascendencia como el que hoy está viviendo, de uno de sus principales líderes y, por tanto, de una de las personas que pueden aportar más para que ese proceso histórico al que nos estamos refiriendo avance de una forma justa y firme». Finalmente, Esquivel señala que negarse a la puesta en libertad de Otegi «pondría de manifiesto una falta de voluntad en la reconducción política del llamado conflicto vasco ». A su entender, la persistencia de una ETA que se niega a disolverse y a entregar las armas no representa ningún obstáculo.