Manuel Rebollo, Jefe del Estado Mayor de la Armada «La fragatas estaban listas para cualquier cometido que se hubiera ordenado»
El Ajema recuerda que contra los piratas «unos tienen que cumplir unas reglas de enfrentamiento y a otros les da igual todo» y aprueba la decisión de no embarcar infantes de Marina en los pesqueros
Manuel Rebollo (Pilar de la Horadada, Alicante, 1945) entró en la Armada como marinero voluntario a los 17 años y después de recorrer todo el escalafón, mandar todo tipo de barcos, servir en operaciones de la OTAN y dar clases en la Escuela de Guerra ... Naval ha llegado a Almirante General Jefe del Estado Mayor de la Armada. Una carrera sin precedentes. Acredita su experiencia como profesor de Táctica cuando defiende los recursos de su departamento y garantiza que «sus» fragatas estaban preparadas en el secuestro del «Alakrana» para cumplir cualquier cometido que se les hubiera encomendado.
- ¿Cómo afectan los recortes presupuestarios a la operatividad de la Armada?
-El recorte general en la Armada ha sido del 2,8 por ciento con respecto al año pasado, que ya fue del 8 por ciento, con lo cual llevamos dos ejercicios que se atienen a la situación económica que tiene España. En 2008 hicimos un documento que llamé «directiva de austeridad» con medidas para hacer un uso más eficiente de los recursos y ahora hemos vuelto a ello para afinar todavía más. La operatividad de una unidad naval o de una unidad de Infantería de Marina depende del mantenimiento y del adiestramiento. Cuando baja el presupuesto hay que equilibrar esos dos apartados para que la unidad que mandemos a una operación esté lo mejor preparada posible. Hay que navegar menos y mantener el adiestramiento para que la seguridad de las unidades no disminuya lo más mínimo. Nosotros lo llamamos «preparación adecuada a la misión», algo que cambia el concepto que teníamos antes de estar preparados siempre para todo. Estar listos para lo imprevisto es lo difícil y en eso se notan los recortes.
-¿Y caben más recortes, vista la marcha de nuestra economía?
-Sería preocupante en el capítulo de la modernización. Somos más sensibles a esos recortes porque la modernización es el futuro y el futuro de una unidad naval empieza muy pronto. Los barcos que van a entrar en servicio ahora fueron pensados y concebidos hace diez años.
-¿Peligra pues la operatividad?
-La función principal de un jefe de Estado Mayor es preparar a la fuerza y ponerla a disposición de la estructura operativa de las FAS. Si conseguimos con el presupuesto asignado lograr que las unidades que nos reclaman estén bien mantenidas y adiestradas serán capaces de cumplir la misión encomendada. En ese caso mi alarma es cero. El problema son los imprevistos.
- ¿Tenemos la Armada más moderna de las últimas décadas?
-En la fuerza de Acción Naval (fragatas, buques anfibios y portaviones) tenemos una Marina moderna y equilibrada. Y contamos también con una magnífica fuerza de Infantería de Marina, como nunca tuvo España. Pero necesitamos modernizar la fuerza de Acción Marítima: las unidades de la Armada destinadas al esfuerzo diario de la acción del Estado en la mar: vigilancia marítima, presencia en los caladeros o colaboración con todas las agencias estatales. Son misiones importantísimas percibidas por los ciudadanos muy fácilmente. Necesitamos tener una fuerza de Acción Marítima -fundamentalmente patrulleros modernos- para estar en todos los espacios donde España tiene intereses marítimos; que no son sólo el mar territorial español, la zona económica exclusiva de 200 millas en el Atlántico o las aguas de los archipiélagos. España tiene intereses marítimos en muchos lugares del mundo y debemos ser capaces de defenderlos.
-¿Se refiere al caso de los atuneros en el Índico?
-Me refiero fundamentalmente a las unidades que participan en esa operación. Cuando te ordenan una misión tienes que acometerla con los medios que hay. Todas las Armadas europeas han enviado el mismo tipo de barco, las fragatas, pero como profesional la pregunta que te haces es si es el más adecuado. Una misión de este tipo, para una estancia tan larga en la mar, requiere un buque con un mantenimiento más fácil y con mucha menos gente: 40 personas de un patrullero frente a 200 de una fragata. Cuando desde un punto de vista operativo naval la operación es sencilla, se acomete mejor con un barco de ese otro tipo. Es el escenario que preveo en los próximos años.
-¿Cuándo van a entrar en servicio los Buques de Acción Marítima?
-Vamos a recibir los primeros cuatro para que estén operativos en 2012 y tenemos fundadas esperanzas en que se firme otra serie de cuatro.
-¿Los que promete el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez?
- Esas son las fundadas esperanzas.
- ¿Cómo sale la Armada, su imagen, del secuestro del «Alakrana»?
-Podría decir que como no estoy en la estructura operativa que lo ha llevado no contesto, pero creo que no debo dejar de responder a esa pregunta. Cualquier misión militar tiene dos componentes: cometido y finalidad superior. El Jemad ha realizado su cometido perfectamente y la finalidad superior se ha cumplido al cien por cien. Con estas premisas ha sido un éxito. Tengo que añadir que las unidades de la Armada que había allí, tanto las fragatas como la unidad de guerra naval especial, estaban preparadas -y yo en eso tengo la conciencia muy tranquila- para hacer cualquier cometido que se les hubiera podido encargar. Han estado desplegados 47 días en unas condiciones difíciles. Fui a recibir a Cartagena a los componentes de la Unidad de Guerra Naval Especial y a darles un abrazo personalmente a cada uno de ellos y estaban orgullosos del cometido que habían desempeñado.
-¿No pudieron detener a los últimos piratas que salieron del pesquero por una cuestión de órdenes ?
-Estamos en un escenario con unas personas que tienen la obligación ineludible de cumplir la ley y otras que no tienen ley. ¿Cómo intervenir en ese tipo de casos? Unos tienen que cumplir unas reglas de enfrentamiento y a otros les da igual todo. Son misiones muy difíciles. Para detener un barco que no obedece se empieza por disparar por la proa, sin daños, después a estructuras no vitales de la embarcación..., pero llega un momento en que hay que aplicar lo que se llama «la letalidad», tirar a dar. En Marinas de países democráticos aplicar la «letalidad» de las armas de un helicóptero o de un barco de guerra para detener un cayuco con seis o siete personas es una decisión que no puede ir contra la ley.
-¿No se pudo hacer más en esos minutos posteriores a la salida de los piratas?
-Yo no estuve en la operación, pero no me cabe la menor duda de que las personas que intervinieron hicieron lo que debían.
-¿Por qué cree que los piratas no pararon?
-No tengo información, pero insisto en que no es fácil detener a un barco en la mar. Disparar a la estructura del barco sin dañar a los tripulantes es muy complicado. Una de las características de los piratas es su desprecio a la vida. Es posible que ni oyeran los disparos.
- ¿Qué lecciones saca de lo ocurrido, aunque sea desde un punto operativo?
-Mientras no se consiga crear una mínima estructura de Estado en Somalia será muy difícil solucionar el problema en la mar.
- ¿Qué le parece la petición de los armadores españoles de contar con infantes de Marina en sus barcos para garantizarse la seguridad en la pesca?
-Aparte de los argumentos legales en contra, hay que repetir que las comparaciones con Francia, único país que lo hace, son imposibles. Los franceses tienen un apoyo logístico incomparable, cuentan yacon una base en la zona y tienen otra en construcción. Ha sido una buena decisión no embarcar infantes de Marina.
-¿Pagar un rescate por un secuestro, es el último recurso o el primero?
-No lo sé, es una pregunta muy difícil de responder como militar. Si se pone uno en el nivel de los familiares es evidente que hay que pagar, si piensas en otros niveles, igual no es tan evidente.
-¿Cree que los españoles son conscientes del esfuerzo de las Fuerzas Armadas en las misiones en el exterior, en especial en la guerra de Afganistán?
-La guerra de Afganistán la sigo con procupación como militar -la Armada tiene desplegado un pequeño grupo de infantes de Marina- y creo que la opinión pública está informada de lo que ocurre, de las operaciones que se llevan a cabo y del gran papel que desarrollan nuestras fuerzas, sobre todo del Ejército de Tierra que está sobre el terreno. Es admirable el trabajo que hacen nuestras tropas.
—¿Ha superado la Armada sus problemas para reclutar marineros gracias a la recesión económica y el crecimiento del paro?
—Cuando acabó el Servicio Militar Obligatorio, la «mili», atravesamos tal crisis de personal que nos llevó a plantear la posibilidad de «cerrar» barcos porque no cubríamos ni un 50 por ciento de su dotación. Entonces se estableció como objetivo primordial que la Armada se convirtiera en una opción atractiva para los jóvenes; es decir, tratar de compensar las duras condiciones de vida en la mar, mejorar la habitabilidad en los barcos y establecer planes de formación en las escuelas adecuados al momento en que vivimos. También se empezó a pagar el complemento de dedicación especial, una especie de prima salarial, a todo el personal embarcado. Esas medidas han ayudado a que de los 15.000 hombres y mujeres que deberíamos tener en marinería y tropa nos acerquemos ahora hasta los 14.000 y sigamos subiendo. La situación económica ha podido influir en los últimos tiempos pero no hay que desdeñar lo fundamental: ofrecemos una carrera profesional y hemos mejorado las condiciones de vida en los barcos. Hace dos años nos teníamos que conformar con los aspirantes que llegaban y ahora nos permitimos cierta capacidad de selección.
—¿Nota el malestar o preocupación en la Armada por la Ley de la Carrera Militar que demuestra el gran número de recursos presentados?
—Esa ley era necesaria, sobre todo en la faceta de la enseñanza para enmarcarla en el proceso de Bolonia. Y efectivamente hay una gran preocupación que se traduce en numerosos recursos. La gran novedad de la nueva carrera supone renunciar a algo que llevas dentro — y yo también— como es la tradición del principio de la antigüedad para premiar más el mérito y la capacidad. Es cierto que en buena parte ya se hacía y el problema que hay que estudiar bien son las consecuencias de que no se garantice como antes el llegar al grado superior, capitán de navío o coronel. Hay que buscar soluciones a ese pequeño porcentaje de afectados y esmerarse en el reglamento de evaluaciones y ascensos para buscar una buena forma de premiar el mérito con el fin de que el mejor sea el que más suba. De todas formas, en la Armada se han presentado 1.400 reclamaciones, pero hay que tener en cuenta que son 20.000 personas las afectadas.
—Usted ha ascendido de marinero voluntario a almirante Jefe del Estado Mayor con el sistema antiguo.
—Bueno, yo no me puedo quejar del sistema antiguo. Tenemos ya un sistema de hojas de informes personales muy bueno, una evaluación continua con un valor estadístico muy alto, pero se puede perfeccionar porque, por ejemplo, tiene demasiados conceptos.
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