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Humillar el legado

Hay una desautorización y mensaje interno al disidente: el felipismo es historia, y además estorba

El expresidente del Gobierno, Felipe González ABC
Manuel Marín

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Hace tiempo que el PSOE dejó de ser un partido reconocible capaz de enorgullecerse de sus símbolos, sus siglas y su legado. Y hace años que su dirigencia transita por un oportunista proceso de adaptación a la «nueva política» renegando de ... su pasado, silenciando su trayectoria, y ninguneando al vector del socialismo que más tiempo ha gobernado a España en democracia. Hay nostálgicos de la post-Transición que siguen invocando a Felipe González como un icono incontestable de la historia del PSOE, como un gran hermano siempre atento a cualquier desliz de «su» socialismo, o como un tótem con poderes sobrenaturales, capaz de cambiar con una sola palabra toda desviación del PSOE hacia lo errático. Según esta visión, González sería ese seguro de vida garante y controlador del socialismo, o una especie de visionario inmortal que permite al partido jugar al límite, pero jamás descarrilar.

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