España está en riesgo; Europa más
manuel erice
La prima de riesgo de la deuda española sigue subiendo, casi imparable. No puede esperarse otra cosa. Siendo evidente el ataque especulativo de los grandes fondos ahora contra España (antes fueron Irlanda , Grecia y Portugal , y en ... breve Italia estará en el disparadero), el problema es endémico y estriba en la clamorosa falta de referentes europeos, o en que hay muchos, demasiados, pero escasamente válidos.
El guirigay de declaraciones políticas contradictorias, desautorizaciones y reacciones equivocadas y tardías que ha protagonizado esta semana de infarto insiste en poner a Europa, la Europa próspera y mundialmente ejemplar de antaño, frente al espejo de la mediocridad y ante un futuro incierto. Cuando el ministro Luis de Guindos apunta que el euro se la juega estas semanas en España e Italia, además de propinar a Draghi y Monti una oportuna patada en la espinilla frente a la continua presión ventajista que ejercen los italianos (siempre tan marrulleros en el juego) intentando dejar a nuestro país como foco único del problema, está recordando a Alemania que lo está en juego es la moneda única, y con ella el entero proyecto de Europa.
Si los líderes (¿?) europeos no juegan bien sus cartas, será el principio del fin
Resulta un consuelo triste que la canciller Merkel pida confianza en España en pleno incendio: primero, porque llega tarde y a instancia de parte, es decir, sin convicción, y segundo, porque, como se está demostrando, vuelve a ser absolutamente ineficaz para calmar a los tiburones del parqué. La prueba del nueve de que para detener la sangría que supone para España el encarecimiento no basta con barnizar periódicamente el ensuciado muro de las lamentaciones ibérico, sino que se requieren soluciones estables y duraderas.
Las proclamas de que estamos en un momento crítico, clave o definitivo acaban sonando a hueco a base de repetirlas, pero esta vez no hay margen para pensar en un precipicio más allá del mes de junio: si los líderes (¿?) europeos no juegan bien sus cartas, será el principio del fin. Mientras, España apura su proceso de reformas a velocidad de vértigo, aunque con dos caras a veces enfrentadas: la cara, es que se está actuando con decisión, no siempre con tanto acierto en las formas; la cruz es que frente a los que muchos dicen, no es cierto que España ya ha hecho todo lo que tiene que hacer: resta una profunda y decidida reforma del Estado en toda su dimensión. ¿Nos atreveremos a abordarlo?
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