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Pincho de Tortilla y caña

El pariente pobre

Salta a la vista que no formamos parte de la solución, constituimos el cogollo del problema

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, en la firma de su acuerdo de coalición Efe
Luis Herrero

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Escribo antes de que concluya la madre de todas las cumbres europeas , pero los últimos indicios indican que nos ha ido mal. O sea, según lo previsto. Más solos que la una, sin aliados frente a la entente de los países del norte ... y del este, las demandas de nuestro Gobierno han caído en saco roto. Y no es eso lo peor. Nos hemos convertido en esa especie de pariente pobre del que todo el mundo rehúye como si fuera un estigma. El tamaño no importa. Lo que cuenta es el mérito. El nuestro brilla por su ausencia. No somos de fiar. Llegamos a la orilla de la crisis , antes de que la pandemia lo pusiera todo patas arriba, con una cifra de déficit disparatada. No en vano el nuestro es el único país que sienta a la extrema izquierda en su consejo de ministros. Somos pródigos y rancios. Y para colmo, insalubres. Los indicadores sanitarios nos ponen bajo sospecha. La amenaza de un nuevo parón económico, por culpa de los rebrotes , comienza a planear sobre nuestras cabezas como una sombra de alas negras. Salta a la vista que no formamos parte de la solución, constituimos el cogollo del problema. ¿Con qué fuerza moral, dadas las circunstancias, podía hilvanar Pedro Sánchez complicidades sólidas con otros países? ¿Cómo se puede ayudar a quien se niega a ayudarse a sí mismo? Se lo dijo Mark Rutte , el lunes pasado, durante el encuentro bilateral en La Haya : «La solución a la crisis deben buscarla dentro de España». O lo que es lo mismo: Europa solo financiará planes nacionales de amplio consenso que inspiren confianza.

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