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Aquí no dimite ni el Tato

Que un conflicto de intereses entre el bien común y el beneficio privado acabe en dimisión sería hoy una extravagancia

Los ministros José Luis Escrivá y Yolanda Díaz
Luis Herrero

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Me cuentan espías paraguayos de solvencia acreditada que en el Consejo de Ministros de hace un par de semanas pasaron algunas cosas insólitas. En plena discusión sobre las pensiones, durante el forcejeo con el ministro Escrivá, Yolanda Díaz se levantó de su asiento con cajas destempladas ... y abandonó la reunión dando un sonoro portazo. Supongo que los gestos, por airados que sean, no forman parte —estricto sensu— de las deliberaciones del Consejo y quedan exentos de la promesa de guardar secreto que formalizan solemnemente los miembros del gabinete cuando toman posesión de sus cargos. Así que la anécdota no forma parte de ningún tráfico de información ilegal. Aunque la verdad es que tampoco añade gran cosa desde el punto de vista de la sustancia informativa. Que el Gobierno es una jaula de grillos lo sabe todo el mundo, y que las relaciones entre el sector podemita y el calviñista son propias de tutsis y hutus también es una metáfora de dominio público. No hay día que esa rivalidad no deje algún rastro más o menos sanguinario en las crónicas periodísticas.

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