Londres, clave en el caso Alakrana
En la capital británica, una asesoría de abogados, con enlaces en Somalia, hace de intermediaria en las negociaciones de los rescates. Los Servicios de Inteligencia calculan que en lo que va de año, los piratas han obtenido 100 millones de dólares
Al igual que con el «Playa de Bakio», la liberación del atunero «Alakrana» se negocia desde un consorcio de abogados londinense con enlaces en Somalia. Y es que la capital británica tiene entre sus muchas tradiciones la de contar con «acreditadas» empresas de «control de ... riesgo», vinculadas a potentes compañías aseguradoras y bancos, que llevan desde los años 70 mediando en «situaciones de crisis», como son los secuestros. Hasta hace años la actividad de estas entidades estaba volcada en el estrecho de Malaca, entre Indonesia y Malasia, pero ahora la «guerra asimétrica» -esa en la que el enemigo es invisible- se ha extendido a la costa de Nigeria y principalmente al estrecho de Adén.
Allí, en aguas del Océano Índico, frente al «estado fallido» de Somalia y en la zona conocida con «la ruta maldita del comercio mundial», permanece fondeado el atunero «Alakrana», secuestrado a punta de Kalashnikov AK-47 cuando faenaba fuera del área de control de la operación militar «Atalanta». Desde el pasado día 2 sus 36 tripulantes -16 son españoles- anhelan ser liberados aunque la ministra de Defensa, Carme Chacón, pronosticó que, a diferencia del «Playa de Bakio», la «situación podría alargarse». En este caso, el Gobierno quiere agotar hasta el máximo la vía negociadora, en la que los dos somalíes detenidos por la fragata «Canarias» y a punto de llegar a España -Abdu Willy y Raageggesey- habrían sido «expuestos» como moneda de cambio para lograr una rebaja en el rescate. De momento, es superior a los 1,2 millones de euros que, procedentes de sus fondos reservados, el CNI entregó a los secuestradores en la misma cubierta del Playa de Bakio, con la promesa del armador de devolver el «préstamo» a plazos.
Fue una operación accidentada hasta el último momento, ya que cuando los malhechores abandonaban el atunero -sin que los militares españoles pudieran apresarlos por orden del Gobierno- otro grupo de piratas se aproximó al «Playa de Bakio», pero gracias a la intervención de la fragata Méndez Núñez los corsarios no alcanzaron su objetivo.
Dos agentes del CNI
Ahora, en el caso del «Alakrana» dos agentes del CNI integran desde el primer momento el equipo negociador, junto al embajador en Kenia Nicolás Martín Cinto, y el armador, al que ya se ha advertido que cualquier rescate correrá por su cuenta. Rechazada por el Gobierno una actuación militar para liberar a los 36 marineros de las garras de los piratas -unos quince-, la única salida que tiene el secuestro es la negociación del rescate. Para ello, el armador y los diplomáticos españoles están utilizando las vías ya exploradas en el secuestro del «Playa de Bakio». En aquella ocasión, la mediación con el grupos de piratas fue realizada por los enlaces que en Somalía tiene un consorcio de abogados con sede en el Londres y que goza de la confianza desde hace tiempo de las redes de piratas.
Todo parece indicar que los malhechores que mantienen secuestrado al «Alakrana» -el atunero pertenece a la flota de Bermeo (Vizcaya), de marcado signo nacionalista y reticente a exhibir como pabellón la bandera española- pertenecen al mismo grupo que actuó contra el «Playa de Bakio». Con el nombre de «Marines Somalíes», esta banda controla unos cien kilómetros de costa, los comprendidos entre las poblaciones de Xarardheere y Eyl. Su jefe es el «señor de la guerra» Abdi Mohamed Afweyne, quien, al igual que el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, fue invitado -ambos asistieron- por el dictador libio Muammar el Gadafi a los actos conmemorativos de sus 40 años en el poder, celebrados en septiembre en Trípoli.
Además de por los «Marines Somalíes», la piratería está en manos de otros tres grupos, según un informe del Consejo de Seguridad de la ONU. Uno se hace llamar «Guardacostas Voluntarios Nacionales» y su jefe es Garaad Mohamed, antiguo «señor de la guerra». Otro, «Marka», tiene por cabecilla al jeque y ex militar Yusuf Mohamed Siad, y el último es conocido como el grupo de Puntlandia, el más moderado frente al vandalismo de los «Marines Somalíes», que se autodenominan «Los defensores de la aguas territoriales somalíes».
Diferentes medios de inteligencia internacionales vinculan la piratería con Al Qaida. Sin embargo, los servicios de Información españoles no han detectado que estos grupos actúen bajo la órbita de la red terrorista que dirige Bin Laden. Subrayan que en nuestro país no se cuenta con datos que corroboren la afirmación del «think tank» británico Chattam House de que parte del dinero de «Playa de Bakio» «está en el inventario de fondos obtenidos por grupos yihadistas».
En segundo plano
Los especialistas destacan que el fin de los piratas es exclusivamente la obtención de dinero y que nunca han escuchado que justifiquen sus acciones en la «guerra santa». Como muestra puede puede valer el caso del «Alkrana», cuyos secuestradores centran la mayor parte de sus comunicaciones con su base en tierra en los asuntos pecuniarios, hasta el punto de dejar, incluso, en un segundo plano la suerte de los dos piratas detenidos, que en pocos días serán puestos a disposición de la Audiencia Nacional.
Los piratas de Somalia habrían conseguido en lo que va de año más de cien millones de dólares por el pago de rescates. Están equipados con armamento -la mayoría ruso- y cuentan con información que llega desde Yemen, Kenia y Europa. Se cree que podrían estar adiestradas por ex militares o mercenarios.
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