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Lerrouxismo inverso

La campaña ha propiciado una suerte de lerrouxismo inverso. A la manera del clásico, se caracteriza por su confusión, populismo, demagogia y antiespañolismo

Miquel Porta Perales

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Visto.

En la calle: lazos amarillos en edificios, árboles, farolas y frente a las escuelas. En la Fira de Santa Llúcia de la catedral de Barcelona: figuras del caganer –16 euros la pieza– de Puigdemont, Junqueras, Rufián, Gabriel, Sánchez, Cuixart o el 1-O. Al lado, ... Maduro y Kim Jong-Un. En la papelería: reproducción en miniatura de la urna del referéndum ilegal del 1-O. Y relojes, pendientes, collares, pulseras, sortijas, imanes, adhesivos, pins, llaveros, calendarios, agendas, libretas, bolígrafos, estuches, puntos de libro, fundas para tarjetas y teléfonos móviles, monederos, juegos para niños y adultos, y mochilas escolares, todo ello, con la estelada. En la pastelería: pan, chocolate, pastel, vino, cava y licores grabados, etiquetados o envueltos –domina la estelada o 1714– con motivos alusivos. El merchandising secesionista que normaliza y banaliza (Michael Billig) la independencia.

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