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Lavapiés, el laboratorio de Podemos para la furia

A la ira ayer le siguió la calma. Un paseo por un barrio mestizo, vivero de antisistemas

Altar improvisado en la puerta de la casa de Mmame, en la calle El Oso Foto: MAYA BALANYÁ | Vídeo: SARA CAMPOS
Mayte Alcaraz

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Las doce de la mañana de un sábado de lluvia y viento del norte en el barrio de las Injurias; es un sábado que huele a ropa tendida en los balcones, tiestos de albahaca en las rejas, a comistrajos y mercado, y recelo, porque huele ... a recelo en este barrio de Lavapiés que Pío Baroja llamaba de Las Injurias. Qué no sabría él que murió a unos kilómetros de donde lo hizo el jueves Mmame Mbaye . Desde que el muchacho senegalés cayó fulminado por una dolencia crónica ante su casa de la calle El Oso 9-A (antiguo 9 bis) los ojos miran de reojo. Un ojo en la rutina de un sábado cualquiera y el otro, más allá: que si los senegaleses son buena gente, que si eran blancos, muy blancos, los que la liaron contra las tiendas, los bancos y contra «los munipas», la primera Policía a la que sus jefes, los concejales del Ayuntamiento de Madrid, miran con sospecha, con un «sí, sí, de muerte natural, pero algo habréis hecho al pobre chico...». Baroja no lo sabía pero sí, Lavapiés, donde lava los pies el agua de árboles fecundos de Moratín, es hoy el de las Injurias, la mentira de toda la vida, la «fake news» de hoy , que corre montada en «Twitter», pies para qué os quiero.

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