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Laura Luelmo murió de un golpe en la frente pasadas 48 horas de la desaparición

Se cree que el asesino la dejó malherida. Su vecino, un expreso peligroso, detenido

Bernardo Montoya, detenido por el asesinato de Laura Luelmo, confiesa el crimen

Efectivos de la UCO inspeccionan la vivienda en el Campillo (Huelva) EFE/ VÍDEO: ATLAS
Pablo Muñoz

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Bernardo Montoya, de 50 años y con antecedentes por asesinato, robos con fuerza y amenazas, allanamiento y quebrantamiento de condena, fue detenido ayer por la mañana por la Guardia Civil como principal sospechoso de la muerte de Laura Luelmo , de 26, la profesora zamorana asesinada en El Campillo (Huelva). El arrestado no está condenado por delitos sexuales aunque la víctima de las citadas amenazas, una mujer de 27 años, también vecina de El Campillo, aseguró en su denuncia que el individuo actuó por motivaciones libidinosas. No se pudo demostrar en el juicio.

Los investigadores de la UCO y la Policía Judicial de la Guardia Civil de Huelva trabajan contrarreloj para encontrar las pruebas que demuestren la culpabilidad de este individuo . No hay testigos que lo sitúen junto a Laura; no se conocen aún resultados de las pruebas de ADN y los interrogatorios, al cierre de esta edición, continuaban en dependencias policiales. ¿Por qué fue detenido entonces?

Registro

Las fuentes consultadas por ABC explican que el perfil de Bernardo Montoya es más que compatible con el del individuo que perpetró la salvajada. Estuvo desde el principio monitorizado por la Guardia Civil, que observó cómo en la mañana de ayer hacía movimientos extraños. Esos movimientos llevaron a la conclusión de que podía estar preparando su huida, toda vez que el nombre de su hermano gemelo (por confusión) circulaba en la quiniela de sospechosos. Además, se le vio cómo se deshacía de un bulto llamativo . Parece que su intención era ir a ver a una reclusa a la prisión de Huevla para mantener un encuentro íntimo. Es su actual pareja, a la que conoció en el centro penitenciario.

Ante este cúmulo de circunstancias se decidió actuar. Fue arrestado en las afueras de El Campillo y de inmediato, trasladado para el registro a la vivienda en la que residía en esa población desde hace apenas un mes (salió de la cárcel en octubre). La casa es propiedad de sus padres.

Mientras tanto, los forenses realizaban la autopsia. Los resultados añaden elementos inquietantes al suceso . Se fija la hora de la muerte entre el 14 y 15 de dicembre; es decir, entre 48 y 72 horas después de la desaparición, ocurrida el pasado miércoles después de las cuatro de la tarde. La causa es un fuerte golpe en la frente y la hipótesis que el asesino la dejó malherida en pleno campo hasta que pereció. Tampoco se puede descartar que la mantuviera retenida esas angustiosas horas posteriores al rapto. La crueldad del criminal, por tanto, está fuera de toda duda. Hay pocos detalles más de la necropsia: la víctima tenía también erosiones en el cuello y un buen número de lesiones por todo el cuerpo, la mayoría de ellas consecuencia del arrastre para intentar esconderlo. Por supuesto se buscaron restos de piel debajo de las uñas de la víctima -se cree que pudo defenderse del ataque- y se tomaron muestras biológicas. No está aún claro que se haya producido una agresión sexual, pero hay pocas dudas de que ese fue el móvil último de la agresión.

La secuencia de los hechos con la que trabajan los investigadores es que Laura Luelmo salió de su recién estrenada casa de alquiler a las cuatro de la tarde del pasado miércoles para dar un paseo -no fue a correr, como se dijo los primeros días, de ahí que llevara pantalones vaqueros y no ropa de deporte - y que se topó con su asesino. Éste o bien la siguió o se la encontró por casualidad. Lo que parece claro es que no se trató de un plan criminal elaborado, entre otras cosas porque de ser así nunca hubiera dejado las prendas de la chica en un lugar visible -el citado pantalón-, ni la habría abandonado relativamente cerca de ellas, a unos 200 metros, cubierta de forma torpe con ramas y arbustos. No está claro si volvió al lugar de los hechos o simplemente la abandonó sin más creyéndola (o no) muerta.

Tras el encuentro fatal, lo lógico es que el asesino intentara agredir sexualmente a su víctima, que ésta se resistiera y que para vencer ese rechazo o porque Laura comenzara a gritar pidiendo ayuda la golpeara hasta matarla... Todo de una forma cruel y fría pero sobrevenida. Luego intentó deshacerse de ella como pudo.

Zona limítrofe

Al contrario de lo que dijo la alcaldesa de El Campillo, la zona en la que fue encontrado el cadáver no había sido rastreada hasta el lunes. De hecho, ese lugar iba a ser inspeccionado ese mismo día y sólo la casualidad hizo que el voluntario de la Cruz Roja encontrase el pantalón de Laura y alertase a la Guardia Civil . El dato es relevante porque pierde fuerza la hipótesis de que el asesino trasladara el cuerpo de un lugar a otro. No obstante, los especialistas de Criminalística del Instituto Armado analizan centímetro a centímetro el Alfa Romeo negro del detenido para detectar cualquier vestigio incriminatorio.

Parece claro que el asesino quitó el móvil a Laura y luego se desprendió de él en una zona alejada bastantes kilómetros del lugar donde se posicionó por última vez el aparato, justamente en dirección contraria. En cualquier caso este dato es aún analizado por los especialistas, ya que al tratarse de una zona rural cada BTS da servicio a zonas bastante amplias.

Los investigadores están analizando el posicionamiento del móvil del detenido por si es compatible con los movimientos de Laura. Se trata de un trabajo complejo porque hay que hacer las correspondientes triangulaciones que permitan acotar más los movimientos de ambos.

Laura había advertido a su novio sobre Bernardo . Le había dicho que la observaba, que la hacia sentir incómoda. El hombre, que vivía en la casa de enfrente, tenía una vista privilegiada de las idas y venidas de la profesora. Ambas casas, bajas, humildes, blancas, están a menos de cinco metros, en una zona cerca del campo. Ella llegó a esa vivienda por mediación de una compañera del instituto donde daba clases. Él, porque sus padres la habían comprado tras marcharse de Cortegana tras varios episodios violentos protagonizados por la familia y allí encontró refugio hace un mes al salir de la cárcel.

La «víctima colateral» del suceso es el hermano gemelo de Bernardo, Luciano, a quien algunos medios señalaron como sospechoso. Su implicación en el caso era imposible porque cuando se cometió el crimen estaba en prisión. Su historial es, como el de su familiar, escalofriante. Cumple condena de 26 años y seis meses por los delitos de asesinato, robo con fuerza, con violencia y lesiones. No es precisamente un ciudadano ejemplar, pero nada tiene que ver con este caso. De hecho salió de prisión este lunes por primera vez gracias a un permiso penitenciario de tres días que le concedió el juez de Vigilancia Penitenciaria en contra del criterio de la junta de tratamiento.

Ayer, el padre de ambos y la hermana, Dolores Montoya pidieron perdón a la familia de Laura y se desvincularon de Bernardo. «Lo vi el miércoles, me fui a Sevilla con mi padre. No me lo quería creer porque acababa de salir de la cárcel. Reniego de que sea mi hermano. Que lo pague».

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