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Mayte Alcaraz

El juego de las sillas de Albert Rivera

Mayte Alcaraz

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Albert Rivera se vistió de domingo ayer jueves. Podría asegurar que los candidatos tienen pósit en las perchas de su armario para identificar la ropa de campaña. Mitin en polígono industrial de Mataró: camisa remangada gris marengo; charla en la universidad: camisa beige cuello mao; ... visita al campus de google: americana celeste de lino... Por la mañana, el líder de Ciudadanos había visitado ese campus tecnológico en Madrid y, corre que te corre, se mudó la americana azul para llegar al Foro ABC enfundado en un impecable traje oscuro. El monocolor solo lo combatió con una libreta y un bolígrafo naranjito, el apelativo más ingenioso que se le ocurrió a Rafa Henando para descalificar a su único competidor en el centro-derecha. Eso fue antes de la pasada campaña, porque ahora a Rivera le llaman más cosas en Génova. Traidor a sus votantes es lo más suave, después de pactar con Pedro Sánchez. Que en el PP ya no están para bromas con Ciudadanos lo demuestra que a Rivera le faltó ayer el abrazo transversal y reconfortante de Cristina Cifuentes. La presidenta madrileña, que debe su investidura a los 17 botoncitos que apretó Ciudadanos en la Asamblea hace un año, faltó a la cita con su amigo Albert. Ni agua al enemigo que se llevó 3.500.000 de votos que eran del PP y que solo se tradujeron en 40 escaños, que ni comieron ni dejaron comer tras el 20-D. Palabra de Rajoy.

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