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Jaque a la Prensa de EE.UU. con la subida del papel y la crisis de la Red

Aunque nadie dijo que iba a ser una aventura fácil y rápidamente rentable, la presencia de los grandes periódicos norteamericanos en Internet atraviesa por sus peores momentos desde el «entusiasmo.com» de los años noventa. La falta de publicidad está forzando una sobredosis de imaginación en el sector de los medios electrónicos para encontrar fuentes alternativas de ingresos.

Steve Chase, Gerald Levin y Ted Turner (de izquierda a derecha) celebran la reciente fusión de los gigantes de la comunicación AOL y Time Warner. ABC

El indicador más evidente de esta crisis de confianza ha sido protagonizado por tres de las mayores compañías periodísticas de Estados Unidos -Knight Ridder, el Grupo Tribune y el todopoderoso New York Times- que se han visto forzadas durante las últimas semanas a ejecutar masivos despidos en sus divisiones de «new-media».

Un clima de pesimismo alimentado sobre todo por un descenso apreciable en los ingresos publicitarios de estas nuevos medios de comunicación surgidos al calor de cabeceras tradicionales, que por regla general han entrado en un periodo de disciplina en el gasto ante el creciente temor a una recesión, menos anuncios y papel más caro.

Ante este panorama inquietante, una mayoría de las empresas periodísticas en este país están empezando paulatinamente a descartar a la Red como una inquietante amenaza a sus tradicionales cuentas de resultados, forzando el desarrollo de fuentes de ingresos particulares. No obstante, el filón más prometedor -según las propias predicciones de la naciente industria- continúa siendo la publicidad de ofertas de trabajo. Y como fecha para alcanzar beneficios, fuentes del sector y Wall Street se fijan ahora el año 2002.

INGRESOS ALTERNATIVOS

En la búsqueda de ingresos alternativos para estos proyectos empresariales, algunos periódicos han comenzado experimentos más allá de la publicidad tradicional. El «Star Tribune» de Minneapolis ha empezado a construir páginas de Internet para empresas locales. El influyente «Washington Post» se ha aliado con vendedores electrónicos creando una especie de centro comercial «online» dentro de su dominio. Otros periódicos ofrecen productos propios como agendas, tazas de café y publicaciones de interés local. Y algunos, como el «Augusta Chronicle» y el «Topeka Capital-Journal», venden servicios de acceso a la Red.

No tampoco faltan compañías, como el grupo Scripps, que estén empezando a resucitar la posibilidad de vender sus ediciones electrónicas por suscripción, mirando con enorme envidia al medio millón de usuarios de pago acumulados hasta la fecha por el «Wall Street Journal». Como empieza a sentenciar más de un clarividente especialista en periodismo electrónico desde las informadas páginas del «New York Times», la era de sostener grandes pérdidas está llegando a su fin en una industria que se ha dejado llevar en exceso por modas pasajeros y el borreguismo del «yo tambien».

Mientras, se repiten las reducciones de plantilla de gigantes como la CNN (más de cuatrocientos trabajadores) -tras la fusión AOL-Time Warner-, la NBC (doscientos) o el Grupo de Murdoch cuatrocientos).

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