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Insultar a Rajoy

No fue ni menos liberal que Rivera, ni menos conservador que Casado, ni menos español que Abascal. Fue más inteligente que los tres juntos y por eso se mantuvo en el poder mientras estos chicos, todo furor, se pelean entre ellos

Mariano Rajoy en una de sus últimas comparecencias como presidente EFE
Salvador Sostres

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La victoria de Pedro Sánchez empezó cuando la derecha se puso a insultar al presidente Rajoy. Albert Rivera propició la moción de censura y el aznarismo con todos sus fantasmas ha reducido al PP a 66 diputados. Demasiada inmadurez, demasiados personalismos para exagerar diferencias que no son tan insalvables y que aún cabrían en un solo partido; y muy poca humildad para entender lo que hay en juego y saberlo defender desde el posibilismo, la concesión y la correcta identificación de quién es el enemigo.

El presidente Rajoy sabía que en un país de centro izquierda como España, la derecha sólo puede ganar las elecciones desde el centro y moderada. Y en un contexto de crisis y de tensión territorial, favoreció el resurgimiento económico, sofocó el golpe al Estado de los independentistas y ganó las elecciones cuando los líderes de los países de nuestro entorno -con la excepción de la señora Merkel- las habían perdido. Drenó los populismos de Ciudadanos y Podemos y jamás cayó en la ruinosa vulgaridad de querer parecerse a ellos.

Dejó al independentismo sin rumbo cierto con unas medidas que nadie había tomado desde la restauración democrática y que en su mesura y proporcionalidad no sólo fueron eficaces sino que contaron con el apoyo de la comunidad internacional. España se alejaba del abismo y crecía con un Gobierno creíble y lo suficientemente flexible para aprobar los presupuestos con Ciudadanos y el PNV .

Mientras estuvo en La Moncloa ninguna encuesta sugirió que podía perder las elecciones ni mucho menos que el PSOE pudiera ganarlas; Vox, que ya existía, era irrelevante, y el narcisismo de Ciudadanos no pasaba de los treinta y pocos diputados. No se dejó influenciar por las histéricas gritonas de los medios, que trataban de marcarle el ritmo y de que se pareciera a las tres versiones de lo mismo que el domingo fueron derrotadas.

Tuvo la responsabilidad del sosiego y de no darse el gustazo que los columnistas podemos darnos. Supo mantener el equilibrio para que España no cayera en la trampa socialista del gasto enloquecido y del guerracivilismo social. No fue ni menos liberal que Rivera, ni menos conservador que Casado, ni menos español que Abascal. Fue más inteligente que los tres juntos y por eso se mantuvo en el poder mientras estos chicos, todo furor, se continúan perdiendo peleando entre ellos, ahora por ver quién es el rey de la oposición .

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