Un infiltrado sonsacó información al asesino de Manuela Chavero durante medio año

El confidente, identificado en la causa con el alias «Blanco», es ahora testigo protegido y su intervención fue clave para detener a Delgado el pasado 17 de septiembre. Antes de hablarle del teléfono ya le había contado la misma versión que sostuvo (y mantiene) ante la Guardia Civil y ante el juez. Aquella madrugada de julio Eugenio Delgado vio luz en casa de su vecina y la citó para devolverle una cuna que ella le había prestado. Discutieron por el mal estado del mueble, forcejearon, la mujer cayó, se golpeó la cabeza y murió. Él se asustó y la enterró en una finca de su propiedad a unos cinco kilómetros del pueblo. Luego siguió con su vida normal.

El juez de Zafra decretó esta pieza secreta e incorporó parte de ese testimonio a la pieza principal que investiga cómo se produjo la muerte de Manoli, cuyos restos fueron hallados por la UCO de la Guardia Civil en el encinar al que él mismo condujo a los agentes. La misión del infiltrado era la «captación de dispositivos electrónicos», según las actuaciones.

La aparición de este testigo protegido es otra sorpresa de un caso que llevaba enquistado cuatro años. Según el sumario, «Blanco» contactó con Delgado en torno a marzo de este año (no ha trascendido si había sido captado por la Guardia Civil, como parece lógico). Poco a poco se ganó la confianza del ganadero, que vivía solo desde hace años, y no contaba con un gran círculo de amistades. Su padre murió y su madre y su hermana viven en León; durante mucho tiempo la relación fue casi inexistente.

Los últimos días de agosto Eugenio Delgado empezó a sentirse acorralado. Una estampa religiosa llegada a la familia Chavero trascendió como una carta anónima que señalaba al culpable; se produjo un nuevo registro y mediciones en la casa de Manoli con gran despliegue de agentes. El sospechoso habló entonces con alguien muy cercano y le contó lo que había hecho. Todo apunta a que esa persona le recomendó entregarse.

Delgado barajó hacerlo, sopesó quitarse la vida y también huir a algún país que no tuviera convenio de extradición con España. El día 17 de septiembre todo se precipita. Habla con un abogado de Sevilla y quedan en verse para decidir la estrategia a seguir. Esa mañana Delgado está en Mérida y a cuatro kilómetros de la ciudad queda con su amigo, el infiltrado, en el Complejo Romero, un hotel, para tomar unas copas. Unas horas después, la UCO le coloca las esposas.

La semana pasada los agentes vuelven a la casa de Monesterio donde murió Chavero para realizar otro registro en presencia del detenido. Buscan «objetos y dispositivos electrónicos», en concreto querían aclarar su coartada de la cuna y localizar el teléfono móvil que utilizaba cuando en julio de 2016. Según el acta de registro, se llevaron varios móviles antiguos, varios pendrives y algunos CD. También una sábana.

La UCO sospecha que la coartada de la cuna es falsa. La familia de Chavero ha confirmado que la aparecida en la casa de Delgado no era de Manoli (la mujer tenía dos y están desmontadas en el trastero de su chalé, como informó ABC). Delgado, por contra, mantiene que en su casa no ha entrado ninguna otra cuna.

El informe forense de los restos hallados aún está pendiente. Se confirmó gracias al ADN que pertenecen a Chavero pero la causa de la muerte no ha podido ser aún determinada.