El impostor que finge ser Sarasola y manda amenazas de muerte
Una sombra lleva siete años enviando más de 500 cartas amenazantes a gente anónima con el remite del empresario y exjinete
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Iniciar sesión«Gigor Sarasola eres un hijo puta. Eres un viejo viejo. No te queremos en España» . La primera carta, distinta al resto, llegó al buzón del despacho madrileño del empresario Fernando Sarasola en julio de 2013. En el remite solo habían escrito «Patio Maravillas ... Madrid». No le dio importancia. En noviembre llegó la segunda, a su nombre, y a partir de entonces empezó a recibir llamadas de sus amigos de Facebook. A cada uno les habían enviado una nota manuscrita con una amenaza de muerte. En el remite del sobre, escrito en la parte delantera, el nombre del empresario y la dirección de su despacho. Así, durante un año largo. Cerró su red social y el impostor cambió de víctimas.
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A partir de 2016 a bogados, notarios, cerrajeros, periodistas, albañiles, ancianos, jóvenes y niños, todo tipo de personas anónimas se convirtieron en la diana de la sombra . Abrían el buzón y encontraban una carta a su nombre con el remite de Fernando Sarasola y una intimidación con variantes: «Eres una puta. Te voy a matar» o «Eres hombre muerto». Más de 500 en total.
Consulados y bancos
La hiperactividad del difamador le ha hecho escribir a consulados, organismos oficiales, bancos e incluso a la Guardia Civil. Hay periodos en los que cesa y otros en los que llega a mandar veinte en un mes con el matasellos del mismo día. Sarasola denunció los hechos cuando comenzó a recibir llamadas, primero de sus amigos, y después de desconocidos que le pedían explicaciones.
«Nadie ha creído que fuera yo quien las enviaba. No tiene lógica que un abogado amenace con su nombre y dirección, pero me da mucha pena la gente que las recibe . Unos se ríen y otros pasan por situaciones de miedo o denuncian», explica el empresario. Lamenta sobre todo la preocupación que han podido causarle a algunas personas y minimiza las más que molestias que ha sufrido él, con multitud de procedimientos judiciales, todos archivados, tras constatarse que es la principal víctima del farsante.
Pero no es la única. La operación Burguer se inició después de que el empresario Joaquín Capel , dedicado a la restauración, sufriera la misma amenaza en 2014. Cinco cajas de archivadores se apilan ya en la estantería del Grupo I de Secuestros y Extorsiones de la Policía Nacional. El protagonista es Sarasola, dado que a la sombra no se le ha logrado poner nombre todavía al cabo de más de cinco años.
«No te imaginas las ganas que tenemos de acabar con esto», admiten los investigadores. Esas cajas contienen 300 o más delitos posibles de amenazas y ellos han tenido que analizar 10 Gigas de imágenes en busca del suplantador. Han buscado enemigos en el entorno personal y profesional de Sarasola, han vigilado a varios objetivos, han revisado decenas de cámaras de seguridad, vaciado sacas y sacas de correo sin resultado. Pero siguen.
Niños y viudas
El impostor escribe a mano y distorsiona la caligrafía , utiliza guantes, entra en los portales y coge direcciones. Dispone de tiempo, seguramente sea alguien mayor. «Su objetivo es molestar, persevera», dicen los agentes. «Hemos tenido sospechosos, hombres y mujeres». El autor tiene la paciencia de un ebanista y la mala baba de un delincuente fracasado. En verano y Navidad muchos de los sobres no pasan de las comisarías madrileñas, tras la denuncia, porque han recibido instrucciones del Grupo de Secuestros; otras acaban en el juzgado. El de Instrucción 9 de Madrid acumula las diligencias.
Correos ha colaborado con la Policía, pero el sistema actual, completamente automatizado, impide seguir el rastro. Las miles de cartas que se envían a diario se procesan en tres centros de tratamiento; imposible descubrir el buzón del que proceden . Es más fácil averiguar quién se esconde tras una IP de Singapur que quién manda un sobre con ántrax.
Las cartas con amenazas de muerte guardan historias. Una niña de cuatro años recibió una el día de su cumpleaños. Una viuda otra a nombre de su marido fallecido. «La gente se asusta». Una periodista de ABC, también. Y Podemos. Fue devuelta porque no había buzón.
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