Iglesias movilizó a la Guardia Civil el 6 de marzo por las protestas de unos desconocidos ante su chalé
Anoche la Benemérita blindó la vivienda de Galapagar para evitar que unas 200 personas se congregaran delante. El vicepresidente segundo advierte a los líderes de la oposición de escraches en sus casas
Pablo Iglesias no quiere que «gente de derechas» se concentre en la puerta de su chalé de Galapagar y amenaza con que que los próximos escraches pueden ser enfrente «del apartamento de Ayuso, de la casa de los Espinosa de los Monteros o ... de la de Abascal». Incluso, de la vivienda de algunos periodistas. El Ministerio del Interior ha reforzado en los últimos días la seguridad de su chalé en Galapagar con varias patrullas de la Guardia Civil después de que las caceroladas se trasladaran hasta la puerta de su casa, que cuenta con protección permanente.
Anoche el dispositivo estuvo formado por al menos ocho vehículos y un buen número de agentes , que cortaron las calles adyacentes al chalé e incluso impidieron que se entrara en una zona de de monte próxima a la vivienda. Lo que no pudo evitar el llamativo despliegue es la concentración de unas 200 personas, todas con mascarilla, que protestaban por la gestión del Gobierno. Hubo gritos de ¡libertad!, vítores al Instituto Armado, sonó un par de veces el Himno Nacional y se oyeron las cacerolas .
Los primeros congregados fueron identificados por los guardias civiles, y también se comprobaron las matrículas de los coches estacionados, algo normal en este tipo de operativos. Algunos vecinos de Iglesias también se unieron a la protesta desde sus casas , pero en todo momento hubo tranquilidad, combinada con críticas por el amplio despliegue policial.
Pero no es la primera vez que el vicepresidente del Gobierno recurre a su poder para exigir que se respete su descanso. El 6 de marzo, días antes del estado de alarma, ya movilizó una patrulla del Instituto Armado para que se desplazara hasta el chalé. Una decena de miembros del sindicato Jusapol se manifestaron frente a la verja con una pancarta pidiendo justicia salarial. A Iglesias no fue eso lo que más le incomodó, sino que durante la protesta uno de ellos hizo sonar el «Cara al Sol» . El vicepresidente llamó a su jefe de escolta, policía nacional, para quejarse y para que solicitaran una patrulla del puesto de Galapagar que fue movilizada, según ha podido confirmar ABC. «Cuando llegaron el himno de la Falange ya había terminado, no dura tanto –ironizan las fuentes consultadas– y no hubo actuación».
Los caceroladas ante las viviendas de Pablo Iglesias e Irene Montero, en la localidad madrileña de Galapagar, y la del ministro José Luis Ábalos, en la capital, no han gustado nada a los afectados, que los ven como un intento de amedrentarlos. Sobre todo en el primero de los casos ese malestar resulta sorprendente porque el vicepresidente segundo calificaba estas acciones de «jarabe de democracia» cuando los increpados eran del Gobierno de Mariano Rajoy . Es más; la actual jefa de gabinete de la vicepresidenta primera, Elena Calvo, escribió en un auto del que fue ponente que el escrache ante el domicilio de Soraya Sáenz de Santamaría de «manifestación colectiva de la libertad de expresión».
Reunión informal
Según algunas fuentes, el vicepresidente segundo del Gobierno aprovechó una reunión informal con varios ministros celebrada en el Palacio de la Moncloa para comentar la situación con el titular de Interior, Fernando Grande Marlaska . El lunes por la tarde hasta siete coches de la Guardia Civil custodiaban el famoso chalé de la pareja Iglesias-Montero, en el que residen con sus hijos, de corta edad. La fuerte presencia policial provocó el malestar de los ciudadanos que se manifestaban.
Curiosamente, Pablo Echenique, portavoz de Podemos en el Grupo Popular, escribió ayer un tuit en el que escribió: «Todo mi apoyo al Ministro @abalosmeco. Una cosa es el derecho de manifestación y otra muy distinta es que fakeperiodistas de ultraderecha manden a pijos maleducados y agresivos a intimidar y acosar a tu esposa y a tu hija. Lo que no entiendo es por qué no actúan las autoridades».
Pablo Iglesias, en una entrevista, una vez más en La Sexta –fue colaborador de esa cadena–, lanzó una amenaza velada: si la crispación continúa, dijo, «se sabe dónde empieza pero no dónde acaba»: «Mañana será gente de izquierdas manifestándose enfrente del apartamento de Ayuso, de la casa de los Espinosa de los Monteros o de la casa de Abascal» . Éste le respondió horas después: «No mandes sicarios, ven tú»
Tras comentar que no ve graves esos hechos, añadió que «nunca» ha defendido que los manifestantes «vayan a la casa de nadie . Otra cosa es que cuando uno tiene un cargo público tiene que asumir que la gente pueda protestar, o que te puedan decir algo por la calle o que vayan a la sede de tu ministerio o de tu partido o al lugar donde trabajas».
Por supuesto, ni Pablo Iglesias ni Pablo Echenique protestaron en abril de 2013 cuando la entonces vicepresidenta primera, Saenz de Santamaría , vio cómo una turba rodeaba su vivienda de Madrid y la impedía salir a la calle a pasear con su hija recién nacida. Tampoco lo hicieron cuando el popular Esteban González Pons sufrió un episodio similar, o la entonces delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes. Ayer tanto González Pons, como muchos otros líderes de la oposición, incluidos algunos de Vox sí criticaron las protestas ante las casas del vicepresidente segundo y la ministra de Igualdad, y del de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
A Podemos, además, le pareció impecable el auto de la Sección 16 de la Audiencia Provincial de Madrid, en el que se decía, entre otras cosas, que «es evidente que las manifestaciones y concentraciones que cotidianamente se llevan a cabo por toda la geografía española (...) se producen como medio de denuncia o protesta (...) constituyendo un mecanismo ordinario de participación democrática de la sociedad civil y expresión del pluralismo de los ciudadanos (...) sin que la particularidad de haberse producido frente al domicilio de la vicepresidenta del Gobierno le confiera otro carácter». La ponente fue Isabel Valldecabres, actual jefa de gabinete de la vicepresidenta Carmen Calvo .
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