Un guardia civil mata a su mujer y luego se suicida
Los cadáveres de un guardia civil de 51 años y de su mujer, de 41, celadora de un ambulatorio en El Ejido, fueron hallados ayer con signos de violencia en un cortijo del anejo granadino de Puntalón, en la localidad de Motril. Según informaron a Efe fuentes de la Brigada de la Policía Judicial, ambos cadáveres fueron encontrados con distintos cortes y además, en el caso de la mujer -Rosario G.R.-, con signos de haber permanecido atada.
La investigación apunta a que fue el hombre el que acabó primero con la vida de la mujer y luego se quitó la vida. Según las primeras indagaciones, el matrimonio pasó el fin de semana en el cortijo con el resto de la familia, aparentemente en buena armonía. De alguna forma, él consiguió convencerla para quedarse unos días más. Allí, una vez solos, tal vez tras una discusión, decidió atarla con cinta aislante los pies y las manos. Y, una vez inmovilizada, le propinó cuatro profundos cortes con una herramienta eléctrica en el cuello, un hombro, un brazo y una pierna. Se cree que fue esta última herida, la más grave, la que terminó con la vida de la mujer. A continuación él se suicidó y ambos murieron desangrados.
El guardia civil muerto -Manuel H.M.- se encontraba de baja en el Cuerpo y en tratamiento psicológico. Sin embargo, seguía trabajando como vigilante de seguridad. Contaba con una denuncia previa por malos tratos en Almería. El hallazgo tuvo lugar después de que el padre del fallecido se desplazara hasta el cortijo, se percatara de que estaba cerrado y alertara a la Policía.
Mientras tanto, y en la otra punta de España, en la merindad de Ayegui (Navarra), era detenida ayer la ex pareja de María Puy Pérez Ezpeleta, la mujer 50 años desaparecida en Estella desde el pasado sábado.
Un arsenal en su domicilio
Sobre el hombre, también de 50 años y con fama de ser «muy agresivo», pesaba una medida cautelar de alejamiento de María Puy. Los investigadores comprobaron pronto que esa orden, dictada en relación con un delito de violencia doméstica, había sido quebrantada, por lo que decidieron detenerle. Se le imputa un delito de desobediencia grave y por ello se le interrogó sobre la desaparición de su ex mujer. Tras el registro de su domicilio, se le acusa de tenencia ilícita de armas, pues se le intervinieron una escopeta y dos pistolas de tipo artesanal, una ballesta de fabricación propia, numerosa munición e incluso un arpón de submarinista.
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