La gestión de los partidos populistas se rodea de polémicas innecesarias

El polémico (sin necesidad) Carnaval de los «titiriteros de Madrid», la estrambótica cabalgata organizada por los Reyes o equiparar las ayudas dadas a la Semana Santa con otras confesiones como la musulmana o las fiestas chinas han sido medidas que se han adoptado en Madrid, donde gobierna Manuela Carmena . En Santiago, su alcalde, Martiño Noriega, no acudió a la tradicional ofrenda del Apóstol. En Cádiz, José María González «Kichi» quiso prohibir el concurso de la reina del Carnaval.

Una de las imágenes que mejor simboliza el desaire a las instituciones por parte de los ayuntamientos gobernados por los populismos es el encuentro que tuvo la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau , con dos militares en la feria laboral que se celebró en al Ciudad Condal. Les restregó en la cara (y ante las cámaras) que su presencia no le era grata a la alcaldesa. Son gestos de cara a su electorado, sin duda, que no hacen sino conferir a su gestión pública un hábito de confrontación con todos aquellos sectores que no les sustenta ideológicamente.

La retirada de los bustos o desplazamiento de cuadros o fotografías del Rey son otro ejemplo. Se han multiplicado en los últimos meses para mostrar su distanciamiento con la Corona .

«La libertad de Otegi es una buena noticia para los demócratas. Nadie debería ir a la cárcel por sus ideas». Sí... por «sus ideas». Este fue el mensaje que Pablo Iglesias lanzó en Twitter para celebrar la puesta en libertad de Arnaldo Otegi, en la cárcel por pertenecer a una organización terrorista. Nunca se ha visto al líder de Podemos citar un aniversario de ninguna víctima de ETA.

Manuela Carmena prometió en su campaña electoral que se bajaría el sueldo. Sin embargo, la alcaldesa mantiene el sueldo de su predecesora, Ana Botella , que asciende a 100.000 euros brutos al año. El alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, justificó un cargo de gastos por gomina ya que sus jornadas laborales son de 13 horas.