Historia de una fotografía
Pedro Sánchez: de una fiesta clandestina en Nochevieja a enchufar al grupo en la Administración
Pedro Sánchez ha impulsado desde el poder las carreras de su hermano y de sus mejores amigos del instituto Ramiro de Maeztu en cargos públicos
Tienen la piel tersa, pero no sólo por la juventud, sino también a causa del frío. Es 31 de diciembre de 1992. Pedro Sánchez cuenta 20 primaveras , aunque ya está muy cerca de las 21. Posa para la cámara con su grupo de ... amigos del instituto Ramiro de Maeztu, en el que todos habían estudiado y la mayor parte jugado al baloncesto de cierto nivel. Justo un año después tienen una idea: serán ellos los que organicen una fiesta de Nochevieja, clandestina y con la que ganarán un buen dinero.
El cotillón, en pleno barrio de Salamanca, carece de todo permiso, pero están seguros de que nada fallará. Osadía de juventud y cobertura paterna. El local, una gran tienda de electrodomésticos de la calle Núñez de Balboa que había cerrado y estaba totalmente diáfana, se lo ha conseguido el padre de uno de ellos. Es policía nacional, y no uno cualquiera, pues había sido escolta de un importante político, una figura clave de la Transición, un hombre para la Historia reciente de España.
«Se lió una buena, porque metieron alrededor de 1.500 personas , la mayoría gente que venía del Ramiro, la cola era enorme», relata a ABC un antiguo alumno del elitista instituto madrileño, que está al corriente de lo acaecido esa noche. No cabía un alfiler: «Vino la policía, claro, y anotó el DNI de uno de los organizadores, que era el mayor de todos, pero no pasó absolutamente nada, una llamada del padre policía y ya está...» . Vista la escena, el enchufe lo llevaban en los genes. Pedro Sánchez era el líder del grupo, «por sus condiciones físicas, no por las intelectuales eh..., en una edad, a partir de la adolescencia, en la que importa lo que importa...», cuenta un antiguo amigo del presidente del Gobierno.
Que era el «jefe» lo muestra la imagen: bien plantado en el centro y rodeado por los tres a los que favorecería en el futuro. Más alejados, otra terna de amigos sobre los que ABC no ha encontrado, al menos de momento, sombras de nepotismo. Por eso velamos sus rostros.
Un paso al frente, americana marrón de invierno y manos en los bolsillos, David Sánchez Pérez-Castejó n. Hermano de Pedro, tiene dos años menos. Es músico y se hace llamar David Azagra. En 2017, cuando el sangre de su sangre estrenaba la segunda etapa como secretario general del PSOE, derrotada la oposición interna en aquel aquelarre, la Diputación de Badajoz lo nombró a dedo coordinador de Actividades de los Conservatorios: un cargo de alta dirección remunerado con 45.000 euros anuales. Hasta Podemos criticó el nombramiento: «Un puesto que no existía, con unas bases que no exigían tan siquiera el título de profesor de música, sino que era sólo valorable» y «un tribunal que tampoco existía», puesto que solo se valoraba la entrevista personal. A finales del pasado septiembre, «Azagra» se tomó una excedencia de un año .
A su lado se intenta hacer hueco Andrés Arranz Stancel . Mira al suelo para no pisar a nadie y mete el brazo entre los dos hermanos. Se le ve la mano derecha, con guante de piel oscura. Buena palma. Se le nota que también jugó en el Estudiantes. De hecho, los más bajos de la foto rondan el 1,90. Arranz es ingeniero aeronáutico —«un tío muy preparado», cuenta un excompañero— y trabajaba en la empresa pública Isdefe. En julio de 2018, cuando Sánchez llevaba un mes en La Moncloa y comienzan las remodelaciones, Arranz es nombrado presidente-consejero delegado de la también pública Senasa, con un sueldo de 125.000 euros anuales. Su jefe, por decirlo de algún modo, es José Luis Ábalos, pues Senasa depende del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. De hecho, en la página web del ministerio que recoge las biografías de los altos cargos, encabezada por el propio Ábalos, salen -ojo al hito-dos caras de esta vieja foto: el mencionado Arranz e Ignacio Carnicero , el arquitecto, el enchufe entre los enchufes. Ya lo llaman «el trifásico».
El amigo Iñaqui
Americana oscura y corbata azul clara, de nudo estrecho, como la de Pedro, tapa la parte izquierda del cuerpo de su gran amigo. Ignacio, al que todos llaman Iñaqui, es actualmente la persona más cercana al presidente del Gobierno, fuera de su familia íntima. Por Iñaqui, lo que sea: pagarle 18.000 euros a dedo por un informe de diez folios con corta-pegas , como desveló ABC, o, aún mejor, crear un nuevo puesto en la Administración con un sueldo de más de 90.000 euros y dárselo a él , como también contó este diario.
Así lo hizo de nuevo Ábalos el pasado enero, en la remodelación estructural del nuevo Gobierno, cuando convirtieron en dos la Dirección General de Arquitectura del Ministerio de Transportes. Apenas había competencias para una, porque el urbanismo y los asuntos arquitectónicos están transferidos a Comunidades y ayuntamientos, pero se creó una nueva unidad.
Pese a que es un cargo que debe ocupar un funcionario de carrera, el Ministerio de Transportes solicitó la excepcionalidad argumentando que sólo Iñaqui podía ocuparlo, que no encontraban ni un arquitecto en el Cuerpo de Funcionarios del Estado capacitado para ello. Y aquí paz y después gloria.
Esta ha sido la historia de una fotografía (y de lo que vino después).