La evolución del desafío independentista, en las portadas de ABC

A mediados de 2013, Artur Mas suavizó su discurso y descartó declarar la independencia unilateral de Cataluña. Para apoyar su discurso, tanto él como los independentistas han recurrido a menudo al tema de la financiación. Pero los números desmienten el «España ens roba». Con el paso de los años, el día de Cataluña (la Diada), se ha politizado en favor de los independentistas, que han convertido la fiesta de todos los catalanes en una apología de la sedición. Artur Mas y su gobierno pro-independencia sabía desde finales de 2013 que cualquier consulta unilateral vulneraba la ley. La tibieza de algunos altos cargos del PSOE con respecto al independentismo provocó serias divisiones en el partido. El porvenir económico de una Cataluña independiente no es nada halagüeño. Sin embargo, desde la maquinaria independentista siempre se ha dibujado un futuro de vino y rosas contrario a la lógica y la previsión de los expertos. Para cumplir su objetivo, la propaganda independentista no ha escatimado esfuerzos ni invenciones. Más allá de la recuperación económica, el desafío catalán ha sido el principal problema al que se ha enfrentado el Gobierno de Mariano Rajoy. Desde Moncloa siempre se advirtió que el peso de la Ley caería sobre aquellos que decidieran ignorarla. El desafío secesionista generó tensión entre el PSOE y el PSC, un debate que todavía sigue abierto. En todo este tiempo, desde el Govern se ha gastado muchísimo dinero en favor de la independencia. Desde redes de espionaje hasta embajadas, pasando por el material electoral. En contra de lo esperado por muchos de sus integrantes, la primera víctima del órdago independentista fue la formación que, durante muchos años, pidió mayor autonomía para Cataluña. El primer perjudicado de la deriva independentista fue CiU, que fue perdiendo apoyos de elección en elección. Ante la sedición, la Ley. Artur Mas decidió saltársela y acabó pagándolo. Cuando aún no se había celebrado la consulta del 9-N, Artur Mas ya era plenamente consciente de los riesgos penales de su conducta. La consulta del 9 de noviembre de 2014 demostró ser una farsa incluso antes de realizarse. La pseudoconsulta permitió inscripciones con nombre falso, como Elvis Presley, Colón o El Cid. El 9 de noviembre, el Gobierno no impidió la apertura de urnas y acabaron votando unos 2,2 millones de catalanes. Artur Mas, envalentonado por el resultado, no imaginaba el proceso judicial que le esperaba. A finales de 2014, el entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, avisaba de algo que se ha terminado produciendo. Fernández Díaz advirtió, en entrevista con ABC, del riesgo de altercados violentos como consecuencia de la tensión en Cataluña. El comienzo del fin de Artur Mas llegó cuando desde ERC le forzaron a convocar elecciones. Esos comicios terminaron de liquidar a la antigua CiU. Los años de mayor tensión en Cataluña han llegado justo cuando el independentismo perdía interés en la sociedad catalana. Tras la consulta del 9-N, el Gobierno endureció su discurso para responder al independentismo. Para apoyar su discurso, los independentistas han recurrido a menudo al tema de la financiación. Pero los números desmienten el «España ens roba». Para apoyar su discurso, los independentistas han recurrido a menudo al tema de la financiación. Pero los números desmienten el «España ens roba». En todo este tiempo, desde el Govern se ha gastado muchísimo dinero en favor de la independencia. Desde redes de espionaje hasta embajadas, pasando por censos y listas negras. El independentismo afrontó las elecciones del 27 de septiembre de 2015 en clave plebiscitaria. Los comicios del 27-S demostraron algo que ya se sabía: que el independentismo no es mayoritario en Cataluña. El 52% de los electores votaron partidos que no eran partidarios de la indepdencia. Sin embargo, la candidatura de Mas y Junqueras se consideró «legitimada» para seguir adelante con la secesión. Desde Junts pel Sí se encontraron al día siguiente con la negativa de la CUP a investir presidente a Artur Mas. Artur Mas conoció de primera mano la firmeza de la Justicia cuando compareció por la organización del 9-N. La CUP sometió a votación si investían presidente a Mas o no y salió un poco creíble empate a 1.515. Finalmente los antisistema de la CUP condicionaron su apoyo a la retirada de Artur Mas, cuya aventura presidencial terminó con los primeros días de 2016. Solo una semana después, Carles Puigdemont fue investido presidente de la Generalitat. A finales de 2016, Puigdemont aseguraba que la indepedencia de Cataluña se haría efectiva en cuestión de un año. Artur Mas compareció por la organización del 9-N y dijo que nadie le advirtió de las consecuencias de desobedecer la suspensión del TC. La condena a Artur Mas por desobediencia fue un asunto que se extendió durante meses. Fue inhabilitado y después le impusieron una fuerte multa. Esta segunda consulta, aún sin realizar, se ha encontrado con una respuesta mucho más firme desde Madrid. La sombra del artículo 155 de la Constitución Española, que contempla suspender la autonomía de Cataluña, ha estado muy presente en las últimas semanas. La Diada del año 2017, convertida desde hace tiempo en un acto de propaganda independentista, perdió asistentes con respecto a otros años. Los Mossos d'Esquadra tienen el mandato de hacer cumplir la Ley y deberán someterse al control desde Madrid. Mientras el independentismo promete una economía robusta en caso de secesión, el presente ya deja muestras preocupantes de lo que supone jugar a la independencia. Unas 8.000 empresas se han fugado de Cataluña en los últimos años. El porvenir económico de una Cataluña independiente no es nada halagüeño. Sin embargo, desde la maquinaria independentista siempre se ha dibujado un futuro de vino y rosas contrario a la lógica y la previsión de los expertos. Sin necesidad de aplicar el artículo 155, el trabajo de jueces y cuerpos de seguridad ha permitido asestar varios golpes a la consulta ilegal. La detención de 14 altos cargos y el decomiso de numerosa propaganda y 10 millones de papeletas dejó tocados a los organizadores del 1-O.