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PERFIL

Eloy Velasco: el juez de las urgencias, entre fuego amigo

Sus enemigos, algunos muy poderosos dentro de su oficio, ven en él a otro «Garzón»; pero el juez, al menos por ahora, aguanta las presiones

El juez Eloy Velasco, en una mesa redonda del Congreso de la Abogacía de Madrid el pasado 25 de abril EFE
Cruz Morcillo

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«Lo importante no es el árbitro, sino el partido». Es una frase muy reciente del juez Eloy Velasco (Bilbao, 1963), sometido al vaivén de días convulsos. Su nombre aparece en un titular cada 24 horas desde que encarceló al expresidente de Madrid. El interlocutor le preguntaba, en privado, por las supuestas presiones que está sufriendo como instructor de la operación Lezo . Velasco se escurrió, sin negarlo, a base de metáfora futbolera y eso que quienes trabajan con él no le han visto inclinación excesiva por ligas y champions. Mientras lidia con otra macrotrama, con escuchas indecentes y con una rumorología incesante sobre llamadas de atención políticas y judiciales, él espera con ansia una respuesta a lo suyo: ha solicitado la Sala de Apelaciones de la Audiencia Nacional; dejar la instrucción, el día a día.

«Está muy nervioso. Le han insinuado que no le van dar la plaza y algo que en este mundillo se sabe lo que significa: que va a ser el próximo Garzón o que se está “garzonizando”. Claro que está viviendo presiones: enormes , pero no puede admitirlo en público». Quien habla le conoce bien, sobre todo en su faceta laboral. Como el resto de las cinco fuentes consultadas para este perfil prefiere que no demos su nombre. «Le han pedido que quite escuchas de unos y otros del sumario y le han presentado una queja ante el Consejo General del Poder Judicial. Lo siguiente será una querella». Pero Velasco, con todo, no rehúye las apariciones públicas. El mismo día que la UCO detuvo a Ignacio González, asistió a una conferencia sobre el libro que ha escrito con su mujer, la abogada Beatriz Saura «Cuestiones prácticas sobre la responsabilidad penal de la persona jurídica y Compliance».

Esta semana ha participado en el II Congreso de la Abogacía madrileña donde le intentaron sonsacar de nuevo. «¿Me puedo acoger a la quinta enmienda?», respondió echando mano de ironía ante el moderador, el exfiscal Ignacio Gordillo. "El que calla, otorga", le replicó este. «Es egoísta y ególatra, pero muy intuitivo» , dice de él un fiscal. «Es fácil trabajar con él por su sentido práctico. Resuelve y las causas tiran hacia delante, algo que ya es mucho en la Audiencia Nacional», añade un guardia civil de la UCO. «Es cierto que facilita los temas porque se fía, deja trabajar, otra cosa es que sea él el que se remangue», critica un tercero.

El yoísmo se lo critican todos. «Es muy sobrado, el trato no es fácil salvo que seas un igual. Claro que la humildad es una palabra que no ha entrado en la Audiencia Nacional» , analiza un comisario. «No es lo mismo que vaya a verle yo a que lo haga un subordinado. Recuerda que es magistrado de la Audiencia Nacional», insiste. Los "iguales" no comparten ese trazo. «Es un cachondo, muy divertido y sagaz. El primero que antes de un interrogatorio que se preste suelta el mejor chiste. Luego se pone la toga y sus autos están magníficamente fundamentados».

Los investigadores resaltan una cualidad de él por encima de todas: su implicación. «Con Lezo y antes con Púnica le hemos llamado a las dos de la madrugada a su móvil, en fines de semana, en vacaciones. Jamás nos ha puesto una mala cara o se ha quejado. Hay una urgencia de una escucha, de un auto que necesitamos, lo que sea y él lo hace. No es fácil encontrar esa actitud», recalcan desde la UCO.

Él se define como claro y combativo . Tanto que, según algunos, eso le costó su salida de la política (aunque tuvo más bien un perfil técnico) en Valencia. Juez desde 1988, ha pasado por juzgados de lo Civil y lo Penal salvo entre 1995 y 2003 cuando fue el director de Justicia con Eduardo Zaplana hasta que su enfrentamiento abierto con Fernando de Rosa, que luego sería vicepresidente del CGPJ le costó el puesto. Volvió a la judicatura y tras pasar por un juzgado de instrucción en Madrid, en 2008 sustituyó a Juan del Olmo, el instructor del 11-M, al frente del Central 6 de la Audiencia Nacional. «Así no puedo hacer bien mi trabajo», ha confesado en una entrevista reciente a El Mundo. La falta de medios y personal la ha sufrido en carne propia. Le pusieron un juez de refuerzo con Púnica que le quitaron poco después.

Es un asiduo a las charlas y conferencias de todo tipo. « Le encanta el dinero , lo ve como un elemento de prestigio social, pero no se entiende muy bien por qué esa crítica tan desaforada cuando él no se esconde», apunta otro fiscal. "Le obsesiona igualmente recuperar el dinero público. Tal vez sea su motor. Y eso equivale a tener alto concepto de su función".

Hay un detalle que da idea de su implicación en las causas. Los fiscales y los investigadores italianos pidieron que Velasco fuera «el juez antimafia español». La razón: asiste a las reuniones internacionales, atiende a sus colegas y a los fiscales que necesitan cualquier gestión. Algo que parece simple y que otros colegas se niegan a hacer. «Es el juez internacional de la Audiencia».

Nadie quiere pronunciarse si Velasco aguantará el tirón de Lezo o habrá pretextos. La escalada de llamadas y recados sigue. Callada, de puertas para adentro.

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