Eduardo Puelles, despedido como un héroe por los ciudadanos vascos
Hubo aplausos hasta en el interior del templo. Los restos mortales del inspector de Policía Eduardo Puelles fueron despedidos ayer en Bilbao con el calor que les faltó a las familias de otros miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado asesinados en ... los años más duros del terrorismo etarra. Ni siquiera la presencia de los Príncipes de Asturias restó protagonismo a la última víctima mortal de ETA , a su viuda y a sus hijos, que transmitían la dignidad que les proporcionaba el orgullo por la gran labor profesional de Eduardo Puelles en la lucha contra ETA.
Don Felipe y doña Leticia, que habían estado en Bilbao solo dos días antes, para inaugurar un congreso de centros tecnológicos, llegaron a la iglesia de San José quince minutos antes de que se iniciara el funeral por Eduardo Puelles. Saludaron a la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, al presidente del Senado, Javier Rojo, a la presidenta del Parlamento vasco, Arantxa Quiroga, y al lendakari Patxi López. En el interior del templo estaban también el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, y el del PP vasco, Antonio Basagoiti, además de otros muchos dirigentes políticos.
La iglesia se llenó de familiares y amigos del inspector de Policía Eduardo Puelles, su mujer, Francisca, y sus hijos, Ruben y Asier. Había muchos jóvenes, con la apariencia de los grupos que se reúnen habitualmente en cualquier localidad del País Vasco, y también uniformes de la Policía Nacional, la Ertzaintza y la Guardia Civil. Los ciudadanos que acudieron a despedir a la última víctima mortal de ETA tuvieron que quedarse en la calle, entre excepcionales medidas de seguridad por la presencia de los Príncipes de Asturias.
En el interior de la iglesia, el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, transmitió un saludo a la viuda y a los hijos de la última víctima mortal de ETA y señaló que "la sociedad debe continuar con paso firme el camino que conduzca a la desaparición de ETA". Monseñor Blázquez mostró también su "apoyo y gratitud"a todos los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado "por su trabajo por la libertad de los demás".
A la salida del templo, la viuda sostenía la bandera española con la que se había cubierto el féretro de su marido, escoltada por sus dos hijos, que mantenían la mirada alta y el gesto severo. Hubo tensión en la despedida, primero de la familia a los restos mortales de Eduardo Puelles, y después de los Príncipes de Asturias y los representantes de las instituciones a la viuda y los hijos. El calor de los aplausos rompía el silencio que dejaba la ausencia de las palabras oportunas que nadie parecía encontrar ante un crimen que recuerda a los vascos que el horror sigue.
Noticias relacionadas
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete