Dudas, malestar y tristeza en el Gobierno y el PSOE por el giro de Sánchez y Albares en el Sahara
En el Ejecutivo se cuestiona la ejecución de la decisión y en el partido existe desazón emocional por el vínculo histórico con la causa saharaui
Yolanda Díaz y Podemos se mimetizan en la respuesta y piden explicaciones al presidente y al ministro de Exteriores
El Gobierno confía en que el negocio del gas diluya el enfado argelino
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Iniciar sesiónDesde que en noviembre de 1976 Felipe González proclamase que el pueblo saharaui iba a «vencer en su lucha» y comprometiese que «nuestro partido estará con vosotros hasta la victoria final» han pasado 46 años en los que el Sahara Occidental ha operado ... como parte del imaginario de la izquierda. « Forma parte de la educación sentimental de la izquierda , como Palestina», reflexiona un dirigente socialista con experiencia en política exterior.
Solo desde ese sentimiento se explica que la histórica y trascendental decisión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de apoyar la postura marroquí esté costando tanto de digerir en el espacio político de la izquierda. Por supuesto fuera del PSOE la decisión es rechazada. También por parte de los aliados nacionalistas e independentistas. Pero en el propio PSOE el movimiento del Gobierno se ha recibido con frialdad. Al contrario que con la inmensa mayoría de las decisiones del Gobierno, no se han manifestado desde las filas socialistas mensajes de orgullo, defensa o apoyo explícito a la posición del Ejecutivo. No hay emoción alguna con esta decisión, que desde la cúpula del partido y del Gobierno se defiende como un ejercicio de «realismo político» en un mundo en transformación.
Lo diferencial en esta ocasión es que el malestar penetra en las filas socialistas. Nadie ha salido a defenderlo por cuenta propia, más allá de la defensa en términos de pragmatismo que han expresado figuras como Adriana Lastra o Félix Bolaños cuando han sido preguntados por la cuestión en actos ya programados. Pese al apoyo de José Luis Rodríguez Zapatero , que ya aterrizó durante su mandato esta posición autonomista, a nivel de partido la sensación es muy agria. Y algunas voces han llegado a manifestarlo públicamente. La presidenta de Baleares, Francina Armengol, plasmaba esas sensaciones: «Soy consciente de que vivimos tiempos complicados, pero ahora, más que nunca, es importante respetar y defender uno de los valores más universales: los derechos humanos. El pueblo saharaui merece vivir en paz y libertad . Desde el corazón, todo mi apoyo a las familias y al pueblo saharaui». El diputado vasco Odón Elorza mostraba su lamento: «Me duele el abandono de causas justas», criticando que «ante el pragmatismo y la geoestrategia siempre pensé que los socialistas podíamos abrazar causas justas». Y arrojaba luz sobre un hecho clave y generacional: la huella de las vivencias como la de la solidaridad con la causa saharaui.
Pero la incomodidad con la situación alcanza incluso a asientos del Consejo de Ministros ocupados por el PSOE. Desde los mismos se cuestiona en privado no tanto la necesidad de la medida sino cómo se ha gestionado. Se considera que tal y cómo se ha plasmado se trasluce una posición de debilidad respecto a Marruecos. Se temía también la respuesta de Argelia y la constatación de un nuevo frente en política doméstica al no haber informado de la decisión ni al PP, como principal partido de la oposición, ni a Unidas Podemos como socio de coalición.
A la izquierda del PSOE el rechazo es claro y lo han manifestado ministros como Ione Belarra o Alberto Garzón. El salto cualitativo en esta ocasión es que la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, que públicamente suele pasar de puntillas sobre temas que distancian a PSOE y Podemos, se ha colocado en esta ocasión sin matices enfrente del presidente del Gobierno. Al contrario que en otras ocasiones ha evitado respaldarlo. Ayer mismo expresó su «tristeza» por el cambio de postura del Gobierno. «Estamos viviendo momentos muy difíciles y creo que de alguna forma el Gobierno de coalición debe de reflexionar», señaló, lamentando que a la «gran crisis económica y social» y a la «crisis energética de primera magnitud» , ahora se suma «la crisis con el Sáhara».
La vicepresidenta segunda reclamó «una reflexión conjunta del Gobierno de coalición para estar a la altura de las circunstancias de este momento histórico». Díaz consideró que tanto a Sánchez como el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares , deben dar explicaciones sobre unas gestiones que, además, consideró que se han materializado con formas «no correctas».
Que Díaz actúe ahora en sintonía con Podemos no es en absoluto una cuestión menor. Este sábado el exvicepresidente Pablo Iglesias celebraba esta unidad–«esta vez no hay disonancia con Podemos y con el PCE, buena noticia»– en un artículo de opinión en el que se refería al movimiento como «la puñalada de Sánchez». Fuera del Gobierno Iglesias opera con más libertad como una suerte de conciencia crítica que golpea al PSOE en cada movimiento. Sigue marcando el paso de su espacio político.
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