El detenido por la muerte de Manuela Chavero barajó primero entregarse y luego suicidarse

Delgado llevaba en el punto de mira de la UCO más de dos años y medio y había declarado hasta en cuatro ocasiones ante los investigadores, según ha podido saber ABC, pero los indicios que había contra él no eran suficientes. Y además, él, vecino de Manoli y amigo de otro joven que no vive en el pueblo y con el que ella había mantenido una relación esporádica, no era el único sospechoso. Su entorno le había preguntado por qué esa insistencia de la Guardia Civil y él había negado conocer el motivo. «Yo no tengo nada que ver», les había asegurado. Hasta el jueves pasado, cuando los agentes le colocaron las esposas alrededor de la seis de la tarde.

Esa misma semana había contado a algún allegado que pensaba viajar a León el fin de semana para conocer al hijo de su hermana María, que no ha cumplido aún un mes, y para ver a su madre. Todo apunta a que los agentes, conocedores de ese viaje, decidieron anticiparse . Sabían que el registro que realizaron en casa de Manoli, en la misma calle del detenido, el pasado 27 de agosto lo había puesto muy nervioso, igual que la supuesta carta que recibió la familia Chavero y que lo señalaba. Pero él ya estaba decidido a no seguir con su aparente vida normal , cuidando su ganado y sus tierras. O eso explicó tras la detención.

En el cuartel de Zafra cuando se presentó el abogado que lo asistió le recomendó que guardara silencio y que no declarara hasta pasar a disposición judicial. Delgado, alterado, se negó: «No voy a pasar ni una noche más con esto encima», esas fueron más o menos su palabras. Y cuando acabó de declarar que la muerte de Manoli fue un accidente, que discutieron por la cuna que ella le había prestado, que se asustó y decidió enterrarla dando detalles de cómo lo hizo y de dónde aseguró: «Me he quitado un peso de encima» . Añadió que sentía el daño que había causado a la familia de la víctima.

Según fuentes allegadas al detenido, había sentido esa presión de la Guardia Civil durante meses, aunque había callado. Su hermana y él hablaban a diario pero la joven, menor que él, jamás sospechó nada.

Delgado pensó primero en entregarse, lo descartó y luego, según él, le rondó la idea de quitarse la vida e, incluso, parece que tuvo algún amago . No hizo ninguna de las dos cosas, mientras se cruzaba durante años con la familia de la víctima y con amigos comunes y mientras acudía a trabajar a la parte de la finca que no había vendido donde estaba enterrada la mujer.

El domingo por la noche mantuvo ante el juez de instrucción de Zafra la misma versión que ante los investigadores y al parecer dio una explicación a que el cuerpo de Manoli estuviera desnudo. En ningún momento ha reconocido un intento o una agresión sexual, móvil que sí barajan los investigadores ; tampoco haber matado a la mujer, pese a las maratonianas jornadas pasadas junto a la UCO y los especialistas en inspecciones oculares. El juez dictó auto de prisión sin fianza por un delito de detención ilegal y otro de homicidio.

A simple vista, el cráneo de Manoli no presentaba ningún golpe y faltan uno o dos huesos. El informe preliminar de autopsia no ha trascendido y están pendientes de análisis los rastros aparentemente de sangre que los agentes han logrado encontrar en la vivienda del detenido, pese a los cuatro años transcurridos.

Esta semana, el juez permitió tanto a su abogado como a su madre que lo visitaran en su condición de preso preventivo aunque aún no había entrado en la cárcel. En todas las diligencias practicadas ha estado presente la letrada de la Administración de Justicia y todo indica que Delgado no se ha salido del guion y ha mantenido silencio tras su declaración judicial. «Ha tenido mucho tiempo para pensar qué iba a hacer y qué iba a decir . Podía no haber contado jamás dónde estaba el cuerpo y en una finca de 60 hectáreas (donde enterró a Manoli) hubiera sido casi imposible encontrarlo», sostienen fuentes del caso. Pero han pasado 4 años.