Curtido vigilante de las arcas
Cuando acecha la sombra de las togas no basta con que su negociado, la tesorería del PP, sea «de libro», tal y como el mismo aseguró a ABC, de modo que a Luis Bárcenas no le cabía más opción que la de un mutis lo ... menos traumático posible en tiempo (el asunto no podía enquistarse hasta septiembre) y forma, sin excesivos aspavientos ni del propio interesado ni de los ocupantes de la planta séptima de Génova. Como cabía esperar del senador «cunero»por Cantabria, la elegancia y la «razón de partido» han prevalecido sobre una vehemente reivindicación de su inocencia en la que, por supuesto, persevera. Pero ha entendido que ahora le toca dejar el burladero de las siglas -tan corneadas en estos últimos cinco meses- y defender sus argumentos a pecho descubierto. Lo que, a tenor la sensación de liberación que, según proclamó, sintió tras su declaración ante el Supremo, no le da ningún miedo.
Porque Bárcenas, onubense de 53 años, ha de haber considerado ahora (solo, o en compañía de otros) que las cosas han cambiado sustancialmente desde hace dos semanas (momento en el que lo entrevistó este periódico), pues ya no cabe el titular que dio entonces («No estoy en el momento mediático ni procesal para quitarme de en medio»). De hecho, ni siquiera ha esperado a la circunstancia concreta que él mismo había invocado como detonante de su salida (que se tramitara su suplicatorio ante el Supremo) y ha entregado los bártulos. Así gestiona una situación por la que nunca ha parecido sobrepasado y en la que se esfuerza en aparentar seguridad y solvencia, confiado -dice- en su exculpación judicial. El tesorero del PP siempre se había conducido con sobriedad y discreción, y el revuelo mediático ni le ha despeinado ni le ha llevado a perder los nervios, por lo que ha sido capaz de medir al milímetro (o casi)cada una de sus palabras.
Un año de tesorero
Bárcenas es un veterano del partido, en el que ingresó aún bajo las primitivas siglas de AP de la mano de Ángel Sanchís. Hace poco más de un año sucedió como tesorero al veterano Álvaro Lapuerta, con quien hasta entonces había trabajado codo con codo, como gerente en las intrincadas lides pecuniarias. En línea con la escuela de su predecesor, nunca ocasionó más revuelo del estrictamente necesario ni se prodigó en los medios, hasta que su nombre (quizá junto al de algún tocayo de filiación incierta) apareció en los papeles de la «Gürtel». Así pasó a primera plana quien jamás había copado grandes titulares ni sido motivo de especial atención en el desempeño de su labor parlamentaria: sólo ha formulado una pregunta oral en el Senado en lo que va de legislatura.
Personaje próximo a Francisco Álvarez-Cascos, Javier Arenas y Ana Mato, y devoto confeso de los Aznar, Bárcenas viene justificando su estimable patrimonio personal en que siempre lo tuvo; en que no ha salido del arroyo, en suma. Desahogo económico que le ha permitido practicar sus aficiones de riesgo (el «esquí extremo» y la escalada), donde ha superado obstáculos más sorteables (ya se ve) que el del Supremo.
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