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Cuando Zapatero se pone lírico...

Las palabras han jugado muchas malas pasadas al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cuyos lapsus han sido elevados a la categoría de noticia. Pero es muy probable que Zapatero pase a la historia como el presidente del recurso lírico. Ajeno a los desastrosos datos fríos de la economía (4,2 millones de parados, la pérdida progresiva de la solvencia de España o el desplome de las bolsas), el jefe del Ejecutivo siempre encuentra un espacio -o lo busca- para soltar su discurso pseudoliterario. Él sí debe estar convencido de que «la economía no es sólo dinero, sino también un estado de ánimo», como respondió a un ciudadano en el programa «Tengo una pregunta para usted» de TVE.

De momento, son ya muchas las intervenciones pseudoliterarias de Zapatero que han quedado grabadas en la memoria colectiva. No sólo llama la atención lo que dice, sino también cómo lo dice, pues su tono pausado hace pensar que va a anunciar algo trascendente.

Su último alarde de lirismo ocurrió el pasado martes, cuando quiso hacer una metáfora entre la resistencia del político ante una situación crítica, como la actual, y la de la alpinista Edurne Pasabán, que acaba de cumplir su sueño de coronar las cimas de catorce «ochomiles».

«Cuanto más duras parecen las cosas, más fortaleza parece nacer en nosotros», espetó. «Sólo hay que luchar, luchar al máximo, y confiar en nosotros mismos», agregó, tras entregar la Medalla de Oro del Mérito Deportivo a la alpinista. Para poder soltar estas frases tan pensadas en ese acto, Zapatero tuvo que impedir que el secretario de Estado de Deportes, Jaime Lissavetzky, le entregara la medalla a Pasabán, tal y como estaba previsto. «Te la iba a imponer yo hoy, pero el presidente del Gobierno me dijo ayer que él es montañero y que quiere hacerlo él», explicó el 27 de mayo el secretario de Estado a la alpinista.

Pero alardes de lirismo ha tenido muchos el presidente del Gobierno. Uno de los más sonoros ocurrió el pasado diciembre, en la cumbre del cambio climático de Copenhague, donde sorprendió con la siguiente frase: «La Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento». Este tema inspira mucho al presidente del Gobierno, pues en 2006, en la cumbre de Montevideo, dijo: «El cambio climático ha provocado ya más muertes que el terrorismo internacional».

Ya su discurso de investidura de 2004 anunciaba cuál iba a ser el estilo de Zapatero: «En mi vida ese rumbo ha estado marcado siempre por un credo que quisiera expresar públicamente en un día y en un acto como éste. Ese ideario es breve: un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes». Estas últimas palabras procedían del testamento de uno de sus abuelos.

Corregir a Jesucristo

Meses después, afirmó en el Senado que Nación es un concepto «discutido y discutible» y, posteriormente, lo remató manifestando que «mi patria es la libertad». No ha dudado en copiar a Kennedy («La cuestión no es qué puede hacer Obama por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por Obama»). Pero la mayor osadía fue atreverse a corregir a Jesús: «La libertad os hará verdaderos», espetó.

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