Condenado a 110 años de prisión el etarra que asesinó al militar Luciano Cortizo en 1995

La sección primera de la Sala de lo Penal impone a Polo una condena de 30 años de prisión por el delito de asesinato terrorista contra un miembro de las Fuerzas Armadas, y otros 80 años por otros cuatro delitos frustrados de asesinato terrorista, en grado de tentativa, 20 años por cada uno de ellos. Los jueces le absuelven del delito de tenencia de explosivos al haber sido ya condenado por ello en otro procedimiento.

El terrorista también deberá indemnizar a la viuda del militar con 300.000 euros y con 160.000 euros a dos de sus hijos. Para la hija herida, que se encontraba en el vehículo con su padre, la indemnización asciende a 92.100 euros por las lesiones sufridas y 250.000 euros por las secuelas del atentado. La Audiencia Nacional valora el enorme trauma que supuso el asesinato que tuvo lugar el 22 de diciembre de 1995, «no solo de forma brusca e inesperada, sino además de un modo especialmente violento, cruel y sanguinario».

El tribunal considera probado que Sergio Polo accedió al vehículo de Luciano Cortizo en la noche del día 21 al 22 de diciembre y colocó bajo el asiento del conductor el artefacto explosivo , que él mismo preparó. Sobre las 13.20 horas del día 22, la bomba explotó, cuando el militar y su hija se montaron en el coche, a los pocos segundos de arrancar. El terrorista recibió la orden de la cúpula de ETA de acabar con la vida de Luciano Cortizo y recibió para ello el material explosivo necesario en su vivienda de Pasajes de San Pedro. El etarra confeccionó la bomba lapa de frabicación casera y se trasladó hasta León en los días previos.

Los magistrados destacan la gravedad del atentado al realizarse en una zona transitada el 22 de diciembre, fecha del sorteo de la Lotería y próxima al inicio de las vacaciones de Navidad. Según la sentencia, el acusado «debió representarse la clara posibilidad de causar la muerte de algún otro ocupante o transeúnte, además de la del sujeto contra el que se pretendía atentar». Asumió todo el daño que podía causar.

Para acreditar la autoría de Sergio Polo, los jueces aprecian «indicios sólidos», como la comunicación orgánica entre la dirigente etarra Soledad Iparraguirre, alias «Anboto», dirigada al alias «Lur», que fue hallada en el domicilio del terrorista en Pasajes y que los peritos datan entre noviembre y diciembre de 1995. En esa nota, se instaba a cometer un atentado en León. «La mencionada comunicación orgánica constituye un indicio incriminatorio especialmente relevante que abona que el destinatario de la misma, Lur, fue el autor material del asesinato que debía perpretarse en León y que finalmente fue llevado a cabo en dicha ciudad».

Los magistrados también tienen en cuenta como prueba el material intervenido en el piso alquilado en el que vivía el terrorista , entre ellos cinco artefactos explosivos ya elaborados y que coinciden con los utilizados para asesinar a Luciano Cortizo. En esa vivienda se encontró documentación falsa que correspondía al etarra Sergio Polo y múltiples huellas dactilares que se corresponden con las del condenado. Documentos incautados a otros etarras vinculaban además el apodo «Lur» con Sergio Polo.