Catorce radares para 150 «puntos negros»

Son los llamados «puntos negros», aquellos emplazamientos donde en un año natural se detectan tres o más accidentes con víctimas con una separación máxima entre uno y otro de cien metros, según la propia definición de la DGT.

Y son «demasiados» para la AEA, que ha analizado el 15% de los 165.907 kilómetros totales que conforman la red de carreteras de España. Entre 2006 y 2010, «en 150 kilómetros de nuestra red de carreteras se han contabilizado más de 2.000 víctimas» , indica el informe.

El tramo más peligroso se encuentra en el kilómetro 415 de la carretera N-630 a su paso por Béjar (Salamanca). Los siguientes dos están en Castellón , en los kilómetros 59 y 60 de la N-234. Son carreteras convencionales de doble sentido. Como los siguientes «puntos negros» de la lista.

La relación de los diez tramos más peligrosos se completa así: Albacete en el kilómetro 594 de la N-430, Granada en el 173 de la N-323, Asturias en los kilómetros 56 y 57 de la N-632, dos en Salamanca en el 418 y 407 de la N-630 y en Cáceres en el kilómetro 512 de la misma carretera.

En las autovías los puntos más peligrosos están en Pontevedra , en el kilómetro 12 de la A-55 y en Sevilla , en el 775 de la N-630. La AEA alerta del riesgo de los recortes presupuestados en materia de infraestructuras. Según su trabajo, es el estado de las carreteras la causa principal en la reducción de accidentes, y no tanto el carné por puntos o las sanciones.

Técnicamente, Fomento llama Tramos de Concentración de Accidentes a los «puntos negros». El Ministerio asumió el control de estos kilómetros en 2008. Desde entonces no hay un informe público, como sí los hubo hasta el año anterior, cuando era la DGT quien tenía las competencias.

En 2007, los «puntos negros» eran oficialmente 802, siendo Madrid, Sevilla, Cádiz, Santa Cruz de Tenerife y Granada las provincias donde más accidentes mortales se registraron. Murieron en los tramos peligrosos 134 personas, lo que suponía una reducción del 21% respecto al año anterior. Y, como el estudio de la AEA señala, la mayoría de los conductores perdieron la vida en carreteras convencionales.