Bildu salva de la reprobación a Fernando Grande-Marlaska, el juez que acorraló a ETA

Así, con una heredera de ETA impidiendo el escarnio político al magistrado que acorraló a la banda terrorista , se asistió este miércoles en la Cámara Baja al espectáculo de ver a los nacionalistas salvar a Marlaska de una censura al mismo tiempo que le acusaban de haber mirado a otro lado ante abusos policiales, de los que también hablaron ERC y JpCat. Las tres fuerzas saldrán hoy en auxilio del ministro para que no sea reprobado pero ayer le atacaron sin fin, una posición que no es la primera vez que exhiben, sabedoras de que pueden permitirse el desafío permanente porque de ellos depende que Pedro Sánchez permanezca en La Moncloa.

Ni Marlaska ni ningún miembro del Gobierno estuvieron ayer en el hemiciclo para escuchar el debate . Ni nadie le defendió a él o a las Fuerzas de Seguridad de las acusaciones vertidas por los nacionalistas, siquiera el diputado socialista interviniente, Felipe Sicilia, que se limitó a leer una comparecencia en la que no se habían previsto esas imputaciones.

Se discutía en la Cámara Baja la propuesta del PP de su reprobación —una figura por otro lado floral, ajena al reglamento parlamentario— y petición de cese. La diputada Ana María Beltrán la sustanció en dos razones. Una, identificando la decisión de Marlaska de sustituir en mayo al coronel que mandó la operación en Cataluña el 1-O, Diego Pérez de los Cobos , y convulsionando con ello la Guardia Civil como un pago más de esa factura de Sánchez a sus socios de la moción de censura. «El Ministerio del Interior es una máquina de cesiones a los nacionalistas. Ha servido en bandeja a hombres de honor para goce y disfrute de los nacionalistas», dijo.

Paralelamente, la representante popular exigió la salida del titular de Interior por entender que su actuación está siendo doblemente grave al haber sido Marlaska un magistrado al que se protegió «del riesgo de un tiro en la nuca».

Fue, recordó, quien como juez del «caso Faisán» que investigó un presunto chivatazo a ETA, exigió a los guardias civiles que le informaran a él y solo a él de sus indagaciones . No a los políticos. Ahora, añadió la diputada, «el cuento es otro» y siendo titular del Interior, ha expulsado a un coronel por negarse a darle datos reservados, lo que para el PP le convierte en protagonista de una «traición»: purgar a quienes «ponían el pecho para defenderle de las balas». «Es usted un soldado de Pedro Sánchez, que no dudaría en exprimirle hasta la última gota de dignidad con tal de permanecer en La Moncloa», avisó la diputada frente al escaño vacío del ministro.

Los nacionalistas dieron la razón al PP en cuanto a su regocijo por el cese de De los Cobos. Desde Compromís, Joan Baldoví, se refirió al coronel y otros destituidos como «garbanzos negros» y afirmó que, si Marlaska debía ser reprobado, es por no haberle echado antes. Lo mismo expresaron ERC, JpCat y el aliado en el Gobierno, Unidas Podemos. En su nombre, Rafael Mayoral se felicitó del relevo del alto mando, un «político de uniforme». Y lejos de respaldar al ministro, se dedicó a disertar sobre que PP y Vox quieren ilegalizar a medio arco parlamentario, de modo que solo el PSOE se puso del todo del lado de Marlaska.