Biden arenga a «los verdaderos guerreros» en lucha contra Al Qaida

JAIME GARCÍA Zapatero y Biden se hicieron un foto con los paracaidistas destinados a Afganistán

ÁNGEL COLLADO

MADRID. Las tropas españolas destinadas a Afganistán han tenido que esperar a la visita del vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para escuchar a un político que les habla como soldados (arenga), que no disimula con eufemismos que les envían a la ... guerra, y también para ver al presidente de su Gobierno en un cuartel sin que sea para asistir a un funeral. Zapatero llevaba casi seis años sin aparecer por una base del Ejército con unidades destacadas en conflictos bélicos: la última vez fue para recibir en Badajoz a las fuerzas que había ordenado retirar de Irak.

Biden dirigió ayer una arenga en toda regla a las cuatro compañías de la Bandera Roger de Lauria de la Brigada Paracaidista que constituirán el batallón de maniobra de las tropas españolas en Afganistán cuando releven en julio en esa misión a los legionarios de la Bandera Millán Astray. Los 400 paracaidistas formados en la explanada principal de su base en Paracuellos del Jarama cumplimentaron y cumplieron sus ritos militares y religiosos -homenaje a la bandera, oración por los caídos y desfile a paso ligero- ante un ilustre visitante extranjero que les cubrió de los elogios que nunca habían recibido del Gobierno de Zapatero.

Biden dijo que había pedido dirigirse a los militares que han estado o van a ir destinados a Afganistán para «rendir tributo a verdaderos guerreros» que acompañan a los soldados estadounidenses en aquel país, también a los familiares de esos mismos militares desplegados tan lejos por «el bien de España y la seguridad de sus ciudadanos». También recordó el vicepresidente que es padre de un hijo que acaba de volver de Irak y que, por lo tanto, sabe lo que es la ansiedad y la preocupación de la espera.

«Nuestros soldados en el campo de batalla, cuando pueden elegir quién les acompaña, lo hacen para que sean unidades valientes como esta», dijo Biden además de agradecer en nombre de Obama y del pueblo norteamericano a las FAS españolas su labor en Afganistán, El Líbano, Bosnia, Somalia o Irak, donde todavía quedan algunos guardias civiles.

El vicepresidente estadounidense, ajeno a los eufemismos al uso en el Ejecutivo español, habló de lucha contra Al Qaida, de acabar con las bases terroristas o de combatir a los insurgentes. También recordó los ataques del 11-S y el 11-M por si se ha olvidado de dónde vinieron, y aludió al deber, al honor y al orgullo de las tropas que se ocupan de que esas tragedias no vuelvan a ocurrir. «Mis compatriotas están en deuda con ustedes», proclamó para despedirse con un «que Dios les bendiga y les proteja» bastante más solemne y sentido que el «suerte» con que Zapatero cerró el acto castrense.

El presidente del Gobierno no se contagió de la arenga de Biden e hizo su clásico discurso pacifista, como si se dirigiera a voluntarios de una ONG o funcionarios de servicios sociales: les habló de solidaridad, gratitud, resoluciones de la ONU, trabajo o «espíritu de equipo». El Jemad, José Julio Rodríguez, había presentado primero el acto al que asistieron todos los jefes de Estado Mayor y altos mandos de los tres Ejércitos.

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