Suscribete a
ABC Premium

Manuel Marín - ANÁLISIS

El barco de chanquete

Puigdemont representa hoy lo más grotesco de nuestro humor patrio

Carles Puigdemont, en Bruselas a la salida de su rueda de prensa REUTERS
Manuel Marín

Esta funcionalidad es sólo para registrados

No. No habíamos visto mayor empecinamiento desde el barco de Chanquete. No habíamos visto mayor obstinación infantiloide en la rebelión. En el fondo, Carles Puigdemont está haciendo un favor a un género en declive, el de la tragicomedia. Lo ha recuperado como género universal empequeñeciendo, ... y es una pena, al mismísimo Paco Martínez Soria . No había necesidad de humillar así la memoria de Manolo Gómez Bur , Pepe Isbert o Sazatornil, cuyo elenco gestual enmudece en nivel interpretativo frente a la elocuencia del patetismo con que nutre Puigdemont cada una de sus apariciones públicas. Prófugos ilustres como El Lute, El Dioni o el mismísimo Luis Roldán ya no son nadie. Puigdemont agranda el mito de la huida como síntoma de una autodefensa enfermiza mientras los jueces le miran a lo lejos como diciéndole «pero hombre… si no va a ser para tanto».

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia